Intervención federal durante la tercera presidencia del General Juan Domingo Perón 1973-1974

AutorAlfredo Vítolo
Páginas573-582

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La aparición, a partir de los años finales de la década del 60, de movimientos organizados militarmente que utilizaban la lucha armada como forma de expresión política y como mecanismo para la obtención del poder, incorporó a la realidad nacional un modo de acción que hasta entonces había sido ajeno a nuestros usos y costumbres. Salvo algunas actividades del grupo "Tacuara", las máximas expresiones de violencia que habíamos conocido fueron las resultantes de las sublevaciones militares o de las luchas entre los propios sectores de las Fuerzas Armadas, algún enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y civiles o, simplemente, la represión casi siempre policial y a veces excesiva, con motivo de protestas realizadas por los sectores gremiales o estudiantiles. El asesinato político generalizado, actos de terrorismo indiscriminados y la ocupación de establecimientos, pueblos o ciudades por fuerzas irregulares, no se conocían en el país200.

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El fenómeno, que luego caracterizaría toda la década del 70, era coincidente con la tendencia que en la del 50 se había manifestado en otros países. A partir de los trabajos teóricos de Mao Tse Tung, Franz Fanon y Giap, basados en las concepciones de la ortodoxia marxista, tanto la guerrilla urbana como la rural se desarrollaron exitosamente en Vietnam y en Argelia. A partir de los 60 pasaron a América Latina, donde la experiencia guerrillera que Cuba inició y exportó, con sus seductoras figuras, se extendió rápidamente. El "Che" Guevara y Camilo Torres, dos de sus máximos exponentes, constituyeron liderazgos que la juventud consagró con más esperanzas que realismo.

Cuando decimos "con más esperanzas que realismo", recordamos lo que señala Sebreli sobre la violencia: "La izquierda clásica sólo la admitía como la consecuencia inevitable de la extrema opresión, mientras que la mala izquierda la empleaba como táctica para provocar artificialmente una situación revolucionaria que no estaba inscripta en la realidad. De esa manera, la violencia llamada revolucionaria se degradaba en mero terrorismo cuyas consecuencias solían ser muy distintas a las buscadas"201.

Pero no sólo la militancia de izquierda alimentó la subversión y el terrorismo. También la derecha, nacionalista y católica, estimuló la formación de grupos que se sumaron a la subversión aportando un ingrediente específico: los jóvenes de la clase media en abierta rebeldía contra una sociedad que descubrieron injusta e inmoral. Por su parte, desde el exilio, Perón no se cuidó demasiado en mantener reservadas sus relaciones con lo que él mismo llamaba "milicias" o "formaciones especiales".

Agotada la autollamada Revolución Argentina, que a través de los tres presidentes de facto que ocuparon el poder entre Page 575 1966 y 1973: Onganía, Levingston y Lanusse nada lograron cambiar, se convocó a elecciones generales sin proscripciones. Ante la convocatoria, el radicalismo volvió a proclamar la candidatura de Ricardo Balbín, mientras que el peronismo" habiendo concertado un frente con los partidarios de Frondizi, Demócratas Cristianos, Conservadores Populares e independientes" proclamó como sus candidatos a Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, fórmula obviamente digitada por Perón. También decidió su participación en la elección el ex ministro de Bienestar Social, Francisco Manrique, como candidato de un grupo de partidos provinciales e independientes que se denominó "Alianza Popular Federalista".

El peronismo realizó su campaña bajo el lema "Cámpora al gobierno, Perón al poder", síntesis que, por lo demás, confirmaba la realidad de la situación. El candidato, por sí mismo, distaba demasiado del liderazgo que representaba Perón.

En las elecciones celebradas el 15 de marzo de 1973 se impuso la fórmula Cámpora-Solano Lima con el 49,56% de los votos, que no alcanzaba el porcentaje establecido por la reglamentación electoral, esto es la mitad de los votos válidos para evitar la...

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