Intervenciones Federales durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda 1862-1880

AutorAlfredo Vítolo
Páginas199-260

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Apenas terminada la Batalla de Pavón comenzaron las negociaciones para facilitar al general Mitre la organización definitiva del país, en los términos de la Constitución reformada por la Convención ad hoc, reunida en 1860. Algunos pretendían que se afirmara la hegemonía de Buenos Aires, reemplazándose a todos los gobiernos provinciales que habían servido a la Confederación; otros sostenían la necesidad de mantener los gobiernos provinciales y buscar consenso con ellos. Mitre quería la organización definitiva de la Nación en los términos previstos en la Constitución y respetando el sistema federal, aunque comprendía que había que realizar algunos ajustes en el interior, pues no podían mantenerse regímenes provinciales asentados exclusivamente sobre la fuerza individual de los caudillos, pues esto perjudicaba a las instituciones que era lo que había que preservar y fortalecer.

Lo primero que hizo Mitre fue llegar a un acuerdo con Urquiza, a quien respetaría en su poder provincial sin interferir en Entre Ríos. Luego comenzó a definir militarmente algunas situaciones provinciales que estimaba que generaban problemas y constituían un obstáculo para la organización y pacificación definitiva de la República: Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan. A esos efectos conformó dos fuerzas militares, cuya conducción confió a los generales Flores y Paunero, mientras Sarmiento actuaba como asesor político.

1. Intervenciones extraconstitucionales

Llamamos intervenciones extraconstitucionales a las materializadas en las provincias argentinas por las fuerzas vencedoras en Pavón sin que existiera un poder nacional constituido.

En la provincia de Santa Fe, después de la derrota sufrida por las fuerzas provinciales en la Batalla de Cañada de Gómez, el Gobernador abandonó el cargo y huyó hacia el Chaco, dejando un delegado a cargo del Gobierno de la provincia. El general Flores, al mando de las fuerzas que respondían a Buenos Aires, declaró que desconocía la autoridad del Gobernador prófugo y la de su delegado, lo que fue aprobado por Mitre que lo autorizó para designar un jefe político que se encargase de mantener el orden. Así fue como se designó a don Tomás Cullen quien, después de realizadas las elecciones, asumió en febrero de 1862 como gobernador propietario en los términos de la Constitución Provincial.

La provincia de Córdoba fue ocupada militarmente por Paunero, quien trató de encontrar una solución política que conformara a los sectores identificados con la posición del Gobierno de Buenos Aires. En poco tiempo se logró un acuerdo consistente en el restablecimiento de De la Peña como gobernador y de los diputados de la Legislatura, con la condición de que aquél renunciara de inmediato117. De la Peña acep- Page 200 tó y cumplió renunciando, pero no había a quién designar, ya que nadie aceptaba el cargo en esas condiciones. Por ese motivo, asumió Marcos Paz en forma interina, quien al poco tiempo debió retirarse del gobierno, dejando al general Paunero como delegado. Éste presidió las elecciones, de las que resultó electo como gobernador propietario el Dr. Justiniano Posse, que comenzó a gobernar el 18 de marzo de 1862.

Situación difícil se dio en las provincias de Cuyo. Al tener el general Saá, gobernador de San Luis, noticias de que contingentes militares nacionales marchaban sobre su provincia y teniendo en cuenta la influencia que sobre ellas ejercía Sarmiento, disolvió sus fuerzas, abandonó el gobierno y se exilió en Chile. Ante la vacante, la Legislatura designó gobernador a Justo Daract, que mantenía buenas relaciones con los sectores que se habían impuesto en Pavón.

En Mendoza el jefe de las fuerzas locales, coronel Juan de Dios Videla, obtuvo la renuncia del gobernador Nazar y fue designado como mandatario provisorio. Esa situación no fue convalidada por el comandante de las fuerzas nacionales, coronel Rivas, quien le remitió un oficio por intermedio del coronel Almandos haciéndole saber que la designación del nuevo gobernante sólo podía ser dispuesta por él. Llegado Almandos a Mendoza, fue elegido gobernador provisorio mientras Nazar abandonaba la provincia. Sarmiento, que llegó poco después, actuó como si el nombramiento de Almandos no existiera; reunió a los principales vecinos en la Legislatura y les explicó que estimaba necesario designar un gobernador provisorio atenta la acefalía en que se encontraba la provincia. Los vecinos siguieron ese temperamento y designaron como gobernador provisorio a Luis Molina.

Sarmiento continuó su periplo hasta su tierra natal, donde el Gobernador interino abandonó el cargo y se exilió en Chile, dejando como su reemplazante a Francisco T. Coll. El nuevo Page 201 mandatario restauró el gobierno que existía en tiempo de la intervención del general Saá, asumiendo como consecuencia, y a título de delegado de Aberastain, don Ruperto Godoy. El 9 de enero de 1862 la Legislatura designó a Sarmiento como gobernador interino, cargo para el que fue confirmado como titular pocos días después.

El problema de las provincias del norte requiere un comentario especial. En Santiago del Estero y Tucumán la situación se hizo más difícil. El general Taboada, que había tomado partido por el sector dirigido por Mitre, se convirtió, por su propia decisión, como fuerza de vigilancia destinada a garantizar la adhesión a Buenos Aires de las provincias del Norte. Esa actitud fue rechazada por el Gobierno de Tucumán que, bajo la conducción militar del general Gutiérrez, se dispuso a resistir. El 17 de diciembre de 1861 las fuerzas de Tucumán y Santiago se enfrentaron en los campos del Ceibal, correspondiéndole el triunfo a las tropas santiagueñas, lo que originó el derrocamiento del gobernador tucumano por la Legislatura, cargo que asumió José María Campo, conocido como el "cura Campo", en carácter de delegado de Villafañe y mientras durase la ausencia de éste.

Satisfecho de la gestión cumplida, Taboada se propuso alinear con Buenos Aires a las provincias de Salta y Catamarca. A fines de 1861 marchó hacia Salta, donde no encontró ninguna resistencia y cumplió su objetivo. Trasladado a Catamarca, se encontró con un obstáculo no pensado y eran las fuerzas que comandaba el general Peñaloza, más conocido como "El Chacho", que defendían la provincia, lo que lo obligó a desistir en su intento y replegarse a Santiago del Estero.

Comenzó entonces un largo tiempo de sangrientos enfrentamientos armados entre el general Peñaloza y las tropas que respondían a Buenos Aires, cuyo análisis no corresponde al tema que consideramos en este trabajo. Esos enfrentamientos Page 202 recién terminaron dos años después, con el asesinato del Chacho, el 12 de noviembre de 1863, por las fuerzas que actuaban bajo la conducción de Sarmiento. Sobre las intervenciones irregulares del Gobierno nacional al territorio de las provincias en el período analizado cabe preguntarse, como hace Sommariva, ¿qué carácter tenían esas intervenciones?118

Hay dos posiciones sobre el carácter de las intervenciones del Gobierno nacional en las provincias con anterioridad a las funciones que, a partir de abril de 1962 como encargado provisorio del Poder Ejecutivo Nacional y a partir del 12 de octubre del mismo año como Presidente constitucional, desempeñó el general Mitre. Unos consideran que eran actos extraconstitucionales o revolucionarios, mientras otros sostienen que eran actos cumplidos de acuerdo a las normas constitucionales que obligaban al Gobierno nacional a garantizar la forma republicana de gobierno en las provincias. Nosotros consideramos que fueron actos extraconstitucionales, propios de la revolución que impuso un nuevo orden. Para ese tiempo no existió un Gobierno nacional constituido, sino una situación de facto en la que el general Mitre, como vencedor en Pavón, ejercía el Gobierno central de la Nación.

Recién con la asunción de Mitre, primero como encargado del Poder Ejecutivo Nacional y luego como Presidente constitucional de la República, comenzó la organización nacional, con un Gobierno federal integrado en sus tres poderes y catorce gobiernos provinciales.

La gestión de Mitre, como la que cumplieron sus inmediatos sucesores: Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda...

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