Intervenciones federales durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen 1916-1922

AutorAlfredo Vítolo
Páginas353-403

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En un trabajo anterior sostuvimos que, a partir de los primeros años del siglo XX y de allí en más, no puede entenderse el proceso político argentino sin conocer la concepción que Hipólito Yrigoyen dio a la UCR. Según su criterio, éste no era un partido político, sino un movimiento cívico de reparación ética destinado a instaurar la plena vigencia de la democracia constitucional142. Por eso no aceptó los ofrecimientos que se le hicieron a su partido para participar en diversos gobiernos, pues consideraba que sólo el voto popular libremente expresado daba contenido ético y legitimidad al poder. Recién después de la sanción de la Ley Sáenz Peña, que aseguraba elecciones libres sobre la base del padrón electoral confeccionado sobre el registro militar y el voto secreto y obligatorio en las elecciones nacionales, pensó que existían posibilidades de participación.

Sin embargo, no obstante las virtudes de la ley sancionada, que importaban un cambio sustancial en las prácticas políticas, Yrigoyen consideró insuficiente lo obtenido. La libre emisión del voto en el orden nacional -sostenía- debía complementarse con la intervención federal a todas las provincias gobernadas por mandatarios a los que consideraba espurios, en tanto no habían surgido de la voluntad popular, sino que eran resultado de acuerdos políticos fraudulentos de las minorías oligárquicas.

Cuando el Gobierno nacional intervino la provincia de Santa Fe y decidió convocar a elecciones locales con la garantía de la nueva ley electoral nacional, el radicalismo decidió participar en los comicios. Ganó en Santa Fe y, aunque todavía condicionado por ciertos resabios fraudulentos, participó con diversas suertes en las elecciones de la Capital Federal, Córdoba, Salta y Tucumán.

Para las elecciones presidenciales que debían realizarse en 1916 el radicalismo eligió como su candidato a Hipólito Yrigoyen, después de vencer las múltiples resistencias de éste para aceptar la nominación por entender que una lucha de contenido ético no podía tener como culminación sólo el poder material. En la elección resultó ganador en el número de votos y con una mayoría escasa de electores fue consagrado Presidente de la Nación.

"No he venido a castigar ni a perseguir sino a reparar", dijo en su mensaje inaugural a la Asamblea Legislativa y el primer objetivo que se propuso fue recomponer la legitimidad demo- crática de la Nación. Uno de los mecanismos que utilizó para esa recomposición fue el de las intervenciones federales a las provincias. Consideraba que era necesario colocar a todos los distritos argentinos en condiciones para que, mediante elecciones libres, pudieran elegir sus mandatarios en reemplazo de las autoridades ilegítimas que usurpaban el poder.

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La actitud de Yrigoyen no sorprendió, ya que desde hacia años venía repitiendo que era necesario realizar una reparación política integral que complementara en las provincias la nueva etapa que se iniciaba en el orden nacional. A esos efectos consideró que existían dos clases de intervenciones federales: las reparadoras, cuyo objetivo era poner a las provincias en condiciones de normalidad institucional con mandatarios legítimos, y las constitucionales, fundadas en los artículos y de la Constitución Nacional. Las intervenciones reparadoras debían disponerse por decreto, porque no se podía pedir a los grupos conservadores, que tenían amplias mayorías en ambas Cámaras del Congreso Nacional, una comprensión y colaboración para sus propósitos regeneradores.

En tres documentos el presidente Yrigoyen sienta las bases de lo que debían ser las intervenciones federales reparadoras: en la comunicación que cursa en 1917 a Marcelino Ugarte, gobernador de la provincia de Buenos Aires; en los fundamentos del decreto de intervención a esa provincia y en el decreto que aprueba la gestión cumplida por el interventor federal en La Rioja, en 1920.

Dice el primero de los documentos aludidos: "Las autoridades provinciales son de los pueblos y para los pueblos y no para los Gobiernos y su invocación tiene que ser sometida al análisis de la verdad institucional, porque bien podría resultar esa auto- nomía un nuevo instrumento para afianzar aún más ciertas situaciones arraigadas en la opresión o el fraude"143.

Los fundamentos del decreto de intervención a la provincia de Buenos Aires, expresan: "El pueblo de la República, al plebiscitar su actual gobierno legítimo, ha opuesto la sanción soberana de su voluntad a todas las situaciones de hecho y a Page 355 todos los poderes ilegales. En tal virtud, el Poder Ejecutivo no debe apartarse del concepto fundamental que ha informado la razón de su representación pública, sino antes bien, realizar como el primer y más decisivo de sus postulados, la obra de reparación política que, alcanzada en el orden nacional, debe imponerse en los Estados federales, desde que el ejercicio de la soberanía es indivisible dentro de la unidad nacional y desde que todos los ciudadanos de la República tienen los mismos derechos y prerrogativas"144.

El decreto que aprueba la gestión del interventor en La Rioja dice: "La renovación que se lleva a cabo en todos los poderes de los gobiernos de los Estados de la República obedece a un mandato supremo sancionado por el pueblo argentino y definitivamente consagrado por la historia; el poder federal cumple la fe jurada de dar a los estados sus verdaderos gobiernos. Una vez legítimamente constituidos, ellos quedan incorporados dentro de los preceptos de la Constitución y de sus leyes colectivas, y sólo podrán ser intervenidos cuando concurran las circunstancias que la Carta Fundamental menciona, y que deberán ser aplicadas e interpretadas restrictivamente por los poderes federales"145.

En nuestro concepto, las intervenciones destinadas exclusivamente a posibilitar la elección de mandatarios legítimos no son anticonstitucionales. Por el contrario, tienen legitimidad y legalidad reparadora, a los efectos de garantizar a cada provincia un auténtico sistema representativo republicano y asegurar los derechos políticos de sus ciudadanos, lo que importa hacer realidad el principio básico de la democracia que es el respeto a la Page 356 soberanía popular. Se cumple así con el mandato constitucional de garantizar y asegurar a todos los ciudadanos los derechos que le otorga la Constitución. Esta tesis, aclaramos, sólo puede sustentarse para las intervenciones reparadoras y no para otras, que también las hubo, donde primaron aspectos partidarios o intereses sectoriales, afectando el régimen federal.

No coincidimos con Sebreli cuando dice: "Yrigoyen sustituyó el fraude electoral de los conservadores por la intervención a las provincias opositoras; en su primera presidencia hubo veinte intervenciones, quince de ellas por decreto y sin injerencia del Poder Legislativo"146. Tal era la fuerza moral de las medidas tomadas por el Presidente en las intervenciones reparadoras que el Congreso, con amplia mayoría opositora, jamás se animó a rever esas medidas -como podía haberlo hecho- y sólo se limitó a simples protestas políticas.

Consideramos más ajustadas a la realidad las expresiones de José Luis Romero, cuando señala: "Consecuente con su punto de vista reparador, Yrigoyen no vaciló en intervenir las provincias por razones políticas. Sin duda no carecía, en parte, de razones institucionales o porque casi todos los gobiernos provinciales tenían origen espurio; Yrigoyen se propuso purificar el ambiente político del país removiendo a esos gobiernos y ofreciendo al pueblo de las provincias para que expresara su voluntad"147.

En síntesis, consideramos que existió por parte de Yrigoyen, en las intervenciones reparadoras, una acción positiva, legítima y legal que posibilitó la culminación de la organización constitucional de la república, en cuanto el Gobierno nacional y los Page 357 Gobiernos provinciales pasaron a ser la expresión de la voluntad popular con autoridades surgidas de elecciones libres y sin exclusiones. Como dice Félix Luna: "Esta labor de poner al pueblo en posesión de sus medios de expresión política, así como el sufragio dignificado por la acción gubernativa de Yrigoyen, produjeron consecuencias de un notable beneficio en la vida cívica del país. El pueblo comenzó a abrigar una activa convicción de ser el único artífice de su destino, como había...

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