El sistema de la ciudad

AutorRoberto Dromi
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Administrativo
Páginas237-252

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1. Agenda pública local

Las necesidades colectivas, las demandas y requerimientos en las urbes de magnitud, requieren soluciones globales, no alcanzan satisfacciones parciales. La calidad de vida urbana se medirá por la satisfacción de esas necesidades, y su resultado será el goce de la "vida citadina" o sufrir la "condena urbana".

Así, el sistema de la ciudad, para el cumplimiento eficaz del interés público, debe articular: valores vecinales; calidad en los servicios; competitividad en las actividades productivas; gestión administrativa estratégica y control democrático en la gestión local247.

En ese marco, la agenda pública local de todas y cada una de las ciudades, comprende el análisis, definición y propuesta de solución a las circunstancias de espacio (perímetro); organización; consensos y disensos sociales vecinales; misiones locales; límites de la infraestructura; alternativas de integración local (áreas comunes); participación privada; estilo democrático Page 238de convivencia; gestión y administración local y convergencia global de la ciudad.

2. El perímetro de la ciudad

El hábitat social contemporáneo o el espacio vital de nuestro tiempo está instalado en la ciudad. No hay hombres sin ciudad; como no hay ciudad sin ciudadanos, y es la ciudad la que hace al hombre "ciudadano". La ciudad es el teatro obligado de la vida cotidiana, de todos sus habitantes.

La vida social empieza por la ciudad. La ciudad como espacio común de convivencia es el límite de la libertad y la frontera de la autoridad. La convivencia en la ciudad tiene esferas desreguladas o de libertad, y esferas regladas o de consenso con la autoridad. En dicho espacio cohabitan los hombres, las familias, las instituciones públicas, organizaciones sociales culturales, las empresas industriales, comerciales o de servicios.

La ciudad tiene una medida o tamaño natural dado por sus habitantes, territorio, y organización institucional pública y privada. El perímetro de la ciudad marca su propio límite, marca la razonabilidad y proporcionalidad de sus medidas y fija las formas de inserción relacional con otras ciudades y con otros Estados. La ciudades el primer Estado. Es el Estado dado por la naturaleza. Es la primera aldea a escala local248.

En este escenario con sus límites se desarrollan los cometidos primarios de la gestión pública. Se cumplen actividades de servicios inexcusables para la convivencia social. Las misiones de la ciudad son el parámetro de su organización y la medida de su gestión. A la ciudad le corresponde con sus propias instituciones preservar su identidad, cuidar su imagen, mantener la seducción turística, auditar la calidad de sus prestaciones y movilizar el diálogo social.

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De estos cometidos, en la medida de su cantidad y calidad, depende el destino y la vigencia de la ciudad. Por ello la ciudad necesita de una vigía permanente que cuide sus valores culturales, sus bienes materiales y su diálogo leal y confiable con su gente249. Cuando la ciudad no respeta el cabal cumplimiento de sus misiones naturales en el marco de la convivencia social cotidiana, la vemos oscilar entre desafíos, crisis, declives, colapso y desesperanza comunitaria250.

Los parámetros de la organización y del gerenciamiento a escala local comprenden al municipio, desde los tiempos del antiguo Cabildo, como el aparato institucional a cargo de la "gerencia de la ciudad", que comparte la autoridad de gestión con múltiples instituciones públicas y privadas de la vida local. Y es precisamente el municipio el que debe liderar la lucha por la estabilidad y el desarrollo sostenido de la vida vecinal en los niveles primarios de educación, salud, seguridad, medio ambiente, esparcimiento, tránsito, espacios públicos, infraestructura, cultura y deporte, como valores prioritarios de la agenda pública local contemporánea251.

3. La organización local

La ciudad, como centro motor de "la cosa pública local", requiere un sistema específico de organización. Su identidad, sus misiones, sus desafíos, sus compromisos, sus valores, exigen un sistema propio de organización, adecuado a los fines y medios de la vida local. Por ello, precisamente la organización de la Page 240ciudad motiva un diálogo abierto, continuo e ininterrumpido con sus múltiples protagonistas.

Los diversos cometidos sociales de la ciudad deben ser operados relacionalmente y en concurrencia por diversas instituciones públicas y privadas que integran el sistema de organización local. La organización de la ciudad entraña un modelo funcional autónomo que depende directamente del poder político vecinal y que gobierna la vida local con consenso permanente como si fuere un plesbiscito cotidiano.

En la organización de la ciudad cohabitan lo público y lo privado, coexisten lo estatal y no estatal y conviven lo universal y lo local. Es la ciudad el fenómeno universal a escala local, por ello mismo la organización demanda la participación de múltiples instituciones en armónica gestión.

La organización de la ciudad comprende la concurrencia de instituciones propias naturales y pétreas de la convivencia diaria. Por ello comparten el poder local en la ciudad: las instituciones políticas, culturales, sociales, educativas, religiosas, deportivas, empresarias, vecinales y del trabajo. Este conjunto institucional ostenta el poder local, son los agentes de la participación democrática en cada una de las esferas de su incumbencia; dichas instituciones desenvuelven las ideas directrices de la sociedad local como atributo ordenador de la energía vecinal para su identidad y continuidad252.

Con esta estructura de poder autonómico que políticamente encabeza el municipio en concurrencia económico-social y cultural con el plexo de todas las instituciones locales, se preserva la gobernabilidad política, la sustentabilidad económica y el desarrollo social a escala local.

A este juego armónico de instituciones públicas y privadas le pertenece la tarea de pensar lo público y hacerse cargo de Page 241la gestión pública para alcanzar no sólo la prosperidad en la ciudad, sino también la erradicación de males comunes como la marginación y las vidas desperdiciadas. La modernidad no consiste en la vida sin sosiego y en la convivencia en ciudades sitiadas por los residuos culturales de la globalización.

Sólo la organización eficaz comprometida, participativa, público-privada integrada permitirá preservar a las ciudades como hábitat para la paz, el trabajo y el desarrollo sostenido de todos los sectores sociales253.

4. La rebelión comunal

Las urbes del siglo XXI están experimentando nuevos desafíos. El posicionamiento de los vecinos a veces se manifiesta como una verdadera rebeldía contra la organización de la ciudad tradicional. A diario se observan verdaderas "rebeliones de las formas", como dice Jorge Wagensberg, que potencian la incertidumbre y la sociedad del riesgo, cuestionando la supervivencia de la estructura social254.

La autoproclamación de derechos y la representación directa de su propia voluntad popular y grupal se escenifican en la sociedad de masas como la auténtica rebeldía contra la organización y el orden vigente bajo forma de protesta.

Fenómenos sociales complejos exteriorizan la disconformidad ciudadana de nuevos actores sociales en distintas ciudades del planeta, en franca acción de insubordinación y confrontación, afectando el derecho y libertades públicas, propios de la convivencia pacífica255. Es el caso de los "piqueteros" y asambleístas Page 242 populares que cortan rutas, interrumpen el tránsito o agravian seriamente el comercio internacional. También es el caso de los inmigrantes que alzan con violencia su bandera de protesta incendiaria contra la propiedad de terceros.

Estos fenómenos sociales han sido frecuentes en los últimos tiempos en Francia, en Argentina y en otros países de América Latina. En realidad, los ejemplos dados son un mero recordatorio, porque fenómenos de rebeldía social por causas pretendidamente justas también se han dado en Chile con los estudiantes; y las excepciones que en suma pueden darse no harían nada más que justificar y explicar la regla que estamos viviendo: una rebelión de las formas en el ejercicio de los derechos y una profunda disgregación social entre habitantes, ciudadanos, nativos o inmigrantes de ciudades populosas del planeta.

Estas nuevas formas de manifestación traspasan los límites del derecho a la participación, por eso lo llamamos "rebelión", pues sabemos que ningún derecho es absoluto, todos están limitados no sólo por las "reglas que...

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