La intermunicipalidad y el despertar del municipalismo iberoamericano

AutorArmando Rodríguez García
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Administrativo - Universidad Central de Venezuela
Páginas215-236

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1. Introducción

La intermunicipalidad implica, en su esencia, el contacto estable y con propósito de profundización para el conocimiento de las realidades singulares de cada comunidad.

Junto a ello, la intermunicipalidad también supone una abierta intencionalidad de intercambio para el mejoramiento común de las condiciones de solidez institucional y funcionalidad de las entidades locales, en sus responsabilidades públicas, que comportan no solamente la prestación de servicios comunales, sino también -lo que es tal vez más trascendente y significativo- la configuración del espacio primario de convivencia social, de expresión civilizada de la vida política, en fin, de coexistencia pacífica y constructiva en el espacio público, a través de la fórmula esencial de la democracia, que radica en la práctica efectiva del reconocimiento y el respeto absoluto e irrestricto a las diferencias, dentro de las pautas propias de la civilidad Page 216 Como se ha dicho, se trata de un contacto estable, sostenido, ordenado, no eventual, lo que lo transforma en un sistema, susceptible de organizarse bajo criterios de intencionalidad racionalizada. Con ello, es factible perfilar metodologías, fórmulas operativas de plantearse, concretarse y producirse esos contactos y, a partir de allí, aparecen las correspondientes técnicas de multiplicación de sus expresiones y evaluación de sus resultados para el mejoramiento del comportamiento hacia la búsqueda de nuevas oportunidades de intercambio y la consolidación de las ya existentes (es decir, las fórmulas de contacto impregnadas con un objetivo central de eficiencia).

Esta reflexión inicial nos hace tocar con un elemento nuclear en la realidad del tema municipal, que servirá como referencia constante en los planteamientos que se disponen a ocupar los párrafos siguientes. Se trata de la singularidad propia de la vida local, que deriva en las particularidades presentes en sus modalidades de organización y funcionamiento, las cuales, no obstante, se alimentan de las notas de generalidad del Municipalismo, integrando así la diversidad dentro de lo común.

Esto, sin duda, genera un especial valor al tema y, simultáneamente, provoca un escenario especialmente propicio para el intercambio, que surge de manera espontánea, no deliberada o premeditada, en atención a la dinámica sociopolítica natural en la evolución de la sociedad.

Precisamente, éste es el punto de mira que utilizamos para ofrecer las presentes notas, al revisar las condiciones imperantes en el mundo conocido, al momento de producirse el evento del descubrimiento de las tierras americanas por la expedición de Cristóbal Colón, auspiciada básicamente por la Corona de Castilla, y la influencia que las circunstancias presentes en la época ejercen sobre los acontecimientos posteriores, sobre todo, por lo que se refiere a la instalación de las nuevas comunidades que se alojan en los espacios americanos, particularmente por el valor instrumental que tienen las estructuras locales como soporte dePage 217 la institucionalidad política y administrativa de las sociedades locales nacientes y su proyección en el tiempo, a pesar de los importantes cambios que se operan tres siglos después de aquel singular evento.

A partir de allí, se destaca el surgimiento del Municipalismo en lo que puede denominarse legítimamente, y con todo rigor, "Iberoamérica", y la consecuencia evidente de esa realidad, a los fines que nos interesan de manera directa en esta oportunidad: la intermunicipalidad, que encuentra actores de primer orden en ambos lados del océano que conecta esas tierras y que están llamados a jugar un papel de primer orden para lograr mejores condiciones de vida en nuestras colectividades.

2. El Municipio como parte del equipaje de Colón

El primer dato que proponemos destacar en el presente ejercicio se centra en la consideración de que las expediciones del Almirante no se limitaron a la búsqueda de nuevas rutas para el tráfico comercial, dentro de la visión expansionista mercantil y política imperante en la Europa de la época, ni a la sobrevenida tarea de conocimiento y conquista de las tierras descubiertas.

Desde el punto de vista cultural e institucional, las naves del Descubrimiento llevaron un "equipaje" muy amplio y complejo, que se vio alimentado adicionalmente, con los elementos propios de cada una de las "orillas" que arrastraron sus estelas en ambas direcciones.

De este modo, la consecuencia inicial y evidente de la hazaña colombina está en el contacto y posterior intercambio entre grupos humanos diferentes, con peculiaridades propias, singulares en sus expresiones, pero idénticos en su condición humana, lo que dibuja el escenario natural del intercambio personal, cultural e institucional, multiplicando así, de manera exponencial, las tipologías de relación, y con ello, la complejidad de la vida so-Page 218cial, política y económica, que demanda respuestas para abordar nuevos umbrales en el desarrollo de la humanidad.

2.1. El momento histórico del Descubrimiento y la presencia de la institución municipal

Tratándose de una travesía continuada, con las características especiales que conocemos suficientemente, es claro que los viajantes hacen su tránsito impregnados de las circunstancias imperantes en su lugar de origen, pero añadiendo componentes que se integran en el camino, por lo que se acaba transportando, en definitiva, un complejo equipaje que comporta condiciones peculiares al llegar a su destino. Es, en síntesis, algo similar a lo que ocurre en el mundo biológico con la polinización de las plantas, en la cual un vector sirve como agente de transportación de factores reproductivos, para generar nuevas realidades por intermedio de nuevos productos.

El Descubrimiento ocurre en un momento, o mejor dicho, dentro de una etapa histórica particularmente compleja en el Continente europeo, y cargada de elementos de cambio de muy diversa factura, que confieren al evento y sus efectos cualidades singulares y ameritan una referencia al menos panorámica y superficial para percibir la importancia de las instituciones locales en la empresa de conquista y colonización, como una clara expresión del surgimiento temprano y generalizado del Municipalismo en territorios americanos.

El complejo de situaciones de cambio, concentradas en un momento histórico determinado, al cual se alude en esta oportunidad, es de tal magnitud y trascendencia, que sirve para identificar la culminación de la Edad Media por el surgimiento de un nuevo período en la Historia, la Edad Moderna.

Claro está que, al hablar de un "momento histórico", estamos amparándonos en una licencia imaginativa, conscientes de la imprecisión cronológica que comporta toda periodización y elPage 219 dinamismo propio de la evolución humana y de su complejidad, por lo que no es dado entender que se trata de capítulos diferenciables en fechas determinadas, sino más bien de procesos que se ocurren de manera sinuosa, como los meandros de un cauce que por su lento fluir concurre en deltas o marismas que amplían el espacio de ocupación en forma simultánea.

El Renacimiento aparece como una etapa de crisis, de contraste vital entre las manifestaciones decadentes de la baja Edad Media y el surgimiento de elementos que configuran una nueva forma de vivir, con la presencia de valores diferentes a los hasta entonces vigentes, pero que no se sustituyen de manera inmediata, sino a través del tránsito de un proceso de contraposición que supone la coexistencia y es, en sí mismo, la esencia de la transformación que marca el cambio de patrón social conducente a la identificación histórica.

En este sentido, son de muy diversa categoría las manifestaciones que permiten constatar las diferencias sustanciales entre la sociedad europea de los siglos Xy XI, con la que está presente en el siglo XV y XVI. Entre éstas, se destaca la nota relativa a la geografía humana, primordialmente por lo que corresponde al valor primordial de la ciudad como forma de vida.

"La sociedad del Medioevo fue esencialmente rural: sus núcleos de población fueron villas o aldeas dominadas por el castillo del señor. Dentro de esta sociedad se fueron desarrollando las ciudades, que tomaron decididamente el protagonismo de la vida social. La cultura renacentista es básicamente cultura urbana. Puesto que la cultura clásica grecorromana fue urbana, vale también para la perspectiva geográfica la idea nuclear de un renacimiento tras largos siglos de declive"231.

En este escenario temporal, el siglo XIV marca un momento clave en la reinserción y consolidación de la ciudad como patrón Page 220 de asentamiento de las actividades más importantes de la población, a través del reagrupamiento que opera en contramarcha a la situación de dispersión en los asentamientos, propia de la vida típicamente feudal.

Ello opera como un fenómeno complejo, cargado de componentes económicos, en cuanto a la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los pobladores a través de las oportunidades de empleo y producción que...

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