Retórica y filosofía

AutorAlberto Vicente Fernández
Páginas119-129

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1. Estudio de las cosas humanas y divinas

El pleito entre la retórica y la filosofía, que llega hasta nosotros desde el apogeo de la cultura griega, proviene de la discusión entre Sócrates y los sofistas. Como éstos juzgaron imposible o muy difícil conocer la esencia de las cosas, vieron en la opinión o doxa un medio de relacionar a los nombres entre sí y con las cosas. "Nada existe -decía Gorgias-, y si algo existe no puede ser pensado; si puede ser pensado, no puede ser comunicado"; y Protágoras afirmaba la tesis del hombre como medida de todas las cosas. Pero un arte de la palabra persuade de lo verosímil, y aunque nada es verdadero, la palabra creadora de creencia mueve a los hombres y realiza la cohesión social.

Sócrates habla de un mundo inteligible, al cual tenemos acceso por la razón, que nos hace conocer la verdad y el bien, lo falso y lo malo; y Platón sus-Page 120tenta el fuego de la discusión como defensor de la filosofía, negando la retórica, que considera mera práctica de charlatanes propia para embaucar a los ignorantes. Con Aristóteles la retórica es techné, arte práctica, paralela a la dialéctica, es una lógica de lo verosímil, y pretende una conciliación de la sofística con el platonismo en cuanto los procedimientos retóricos colaboran en las indagaciones filoso Picas y su expresión.

El filósofo de Estagira dice que la dialéctica, disciplina filosófica, y la retórica se pueden enseñar. A la filosofía incumbe la indagación y conocimiento de lo verdadero; cuando se trata de demostrar, la filosofía investiga mediante su propio método, con procedimientos de la lógica, el análisis, la síntesis, según la manera de considerar el objeto de la investigación. Pero la retórica, dirigida a los intereses vitales y opiniones, mueve las voluntades hacia un fin propuesto mediante la persuasión, usando, además de las razones lógicas, medios psicológicos o cordiales, sobre la base de una lógica de lo verosímil y un profundo análisis de personas y costumbres. Como hay verdades no comprensibles para todos, la retórica también vulgariza el conocimiento científico o filosófico; y Aristóteles prueba la utilidad de aquel arte con el hecho dé que la bondad y la justicia, siendo mejores que sus contrarios, quedarían sin defensa si la mencionada techné no las ayudase ante el vulgo, al cual no llega la ciencia pura.Page 121

Como Aristóteles, Quintiliano concilia la sofística con el platonismo, es decir, la techné, o conjunto sistemático de procedimientos para persuadir, con la finalidad cognoscitiva y moral, porque el hombre no debe hablar sino para conocer, enseñar la verdad y comportarse de acuerdo con Ja exigencia ética propia de la persona.

El lenguaje es un instrumento esencial de la filosofía; sin la palabra no habría filosofía, y por ello el filósofo debe saber manejar las palabras. Así, la retórica sirve al discurso filosófico con la claridad, precisión, energía, concisión, desarrollo o composición, ejemplos, comparaciones, belleza de la forma, con todo el arte de los oradores, como hizo Platón, quien atacó a la retórica con sus mismas armas, usando mitos y figui'as. La retórica, a su ve?, necesita de la filosofía porque un discurso sin contenido es vano ruido. Siendo la filosofía sabiduría, conocimiento de las cosas humanas y divinas, Quintiliano dice con Cicerón que el orador debe tener una filosofía, como Pericles, discípulo de Anaxágoras; Demóstenes, cuyo maestro fue Platón; Marco Tulio, quien nutrió su ingenio en las enseñanzas de la Academia.

La faena del orador es total, total su experiencia enriquecida por los libros y la relación permanente con la sociedad, Pero no habla solamente de los asuntos de la polis, propios de sus intereses y conservación, porque los seres humanos tienen fines superiores y afirman su transcendencia y su inmortalidad...

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