El ejemplo de Germán Abdala.

AutorDaniel Parcero

Cuando la defección de la política llegaba de la mano del modelo neoliberal impuesto, la joven figura de Germán Abdala –Secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado Seccional Capital Federal y Diputado de la Nación- se levantó como un gigante dispuesto a orientar a los argentinos de buena voluntad sobre los orígenes de nuestra dependencia, de nuestra debilidad estructural pero no terminal, y la proyección de las utopías con destinos posibles. Lo hizo desde el gremio de los trabajadores del Estado, y más tarde desde su banca de diputado la Nación.

Representó la reencarnación del desafío de los hombres de FORJA (esta vez desde el Peronismo, que como aquel Radicalismo de entonces se había alvearizado entregado al cipayage): “Si el Peronismo se había convertido en eso, había que irse del Peronismo” supo sentenciar sin mediatintas.

Se plantó como Scalabrini “contra el coloniaje, en pos de una Argentina libre” porque creía en la existencia de “Una empresa más grande que uno mismo”, como el autor de “El hombre que está solo y espera”.

Estas líneas –hoy corregidas- fueron escritas este año, y en conmemoración de la fecha de su nacimiento, unos días antes del 12 de febrero, cuando Germán llegara al mundo en 1955.

Una fecha en que debiera ser recordado con alegría y sin prejuicios por la dirigencia del Movimiento Obrero argentino y no es una exageración. Pero allí donde se encuentra el...

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