Algunas reflexiones acerca de la enseñanza del derecho penal en la universidad pública

AutorLeonardo Pitlevnik
Páginas13-32
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Algunas reexiones acerca de
la enseñanza del derecho penal
en la universidad pública
Leonardo Pitlevnik
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Manuel Obarrio
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Las palabras citadas en el epígrafe son parte del discurso pro-
nunciado por Obarrio en su carácter de decano de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales de la UBA co n motivo de la colación de
grados efectuada el 24 de mayo de 1887. Hoy, más de ciento vein-
te años de spués, s e repite cada veinte o treinta d ías en el edicio
de la facultad (hoy sólo de Derecho) la ceremonia de entrega de di-
plomas a quienes se han recibido de abogados. Se trata de actos de
aproximadamente un a hora y media de duración, pres ididos por una
autoridad de la facultad, con el telón de fondo de un cuadro de pro-
porciones descomunales que reproduce la fundación de la universi-
dad e n la primera mi tad del siglo XIX. En esas ceremonias quienes
han nalizad o sus estudios de grado obtienen su título mediant e un
rito que consiste en a scender al estrad o dentro de grupos de diez o
Universidad y conflictividad social. Aportes desde la enseñanza del derecho
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veinte pers onas y jurar por algunas d e las fórmulas disponibles que
incluyen a la ley y la constitución c on variantes d iversas que van de
Dios, a los santos evan gelios y la cons ciencia o la pat ria. El acto se
inicia con las palabras de la presentadora, el ingreso de la bandera
de ceremo nias portada por quien ha sido el mejor pr omedio de esa
promoción, todos cantan el himno nacional, luego siguen las pala-
bras que un profesor dirige a los presentes y cada diplomado vive su
momento de glor ia con entrega de título y posterior descenso po r la
escalerilla q ue lo devuelve a su bu taca.
Concurre un público heterogéneo de familiares y amigos que pue-
blan las plateas y los balcones desde lo cuales en diferentes planos se
tiene vista del escenario de un aula magna repleta. Abuelos y tíos se
han vestido especialmente para la ceremonia, con ropa de gala elegi-
da hace varios días o comprada para la ocasión. Padres, novias, espo-
sos faltan a sus trabajos para estar presentes e n la jura de la hija, de l
nieto, de la novia. Chicos de diferentes edades corren entre las las
de butacas o miran en brazos de quien, cámara en mano, espera el
momento en que el nuevo abogado, la amante profesional, ascienda
al estrado a jurar por la fórmula elegida.
Es quizás uno de los pocos eventos que en ese edicio de estilo
monumentalista está sellado por el afecto y la emoción. Los grupos
familiares orgullosos, a veces con lágrimas en los ojos, son abordados,
además, por los fotógrafos del evento cuyas imágenes retiradas quin-
ce días más tarde en un estudio del microcentro, quedan enmarcadas
en la repisa de un mueble familiar durante años.
La jura es el nal de una etapa, la obtención de uno de los títulos
que, tradicionalmente, se asocia a una posición social privilegiada y
estable. Ser abogado o doctor, título q ue por fuerza de una mítica
acordada de corte ha quedado asimilado sin necesidad de terminar
una carrera académi ca posterior al estudio de grado, represent ó
durante muchos años una meta que aseguraba las ilusiones de per-
tenencia, de seguridad. L a expresión “M’hijo el dotor” re ejaba en
muchos ca sos la realización de los padres a través de sus hijos; es e
diploma que el joven lleva en su mano era, y en muchos casos sigue
siendo, el logro de sus p adres.

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