Las personas vuelven a convertirse en el centro de las empresas

"No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte", comienza el poema atribuido a Santa Teresa en el siglo XVI y continúa: "Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte".El mensaje es revelador: no importan ni el premio ni el castigo, el buen sueldo o la amenaza de ser despedido; lo que realmente conmueve es el sentido que se le encuentre a la vida o, si se quiere, al trabajo.Este concepto clásico pero innovador para el mercado laboral local, sumado a la revalorización de las emociones en ese espacio y a la necesidad de aprender a ver esta dimensión humana en la empresa empaparon ayer el X Congreso de la Asociación de Recursos Humanos de la Argentina (Adrha), que se realizó el jueves último en el hotel Salguero Plaza.La original idea de utilizar las palabras de la religiosa fue del ingeniero chileno Nicolás Majluf, que abrió el congreso con una exposición inundada de música que sorprendió al auditorio. A través de esas palabras, entre otros elaborados conceptos, el profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile intentó explicar cómo los gerentes de Recursos Humanos deben comenzar a transitar la necesaria desviación de lo formal –las finanzas, operaciones o los datos– a lo sutil o lo humano."Lo formal es imprescindible, pero no es suficiente. El análisis de datos en una empresa no entrega todas las respuestas", dijo el profesor titular de la escuela de Ingeniería. "Hay que centrar a la persona como sujeto de la gestión y, al mismo tiempo, la persona debe encontrarle un sentido profundo a su trabajo."Un nuevo sentido"¿Qué es lo que nos mueve? ¿Por qué me levanto en las mañanas?", se preguntó el académico para después citar a Santa Teresa. "No son los premios o los castigos, las cuestiones extrínsecas las que nos mueven, sino las intrínsecas. Es lo que pasa en mí cuando hago lo que hago."Según el ingeniero, en los últimos 30 años en los que los números dominaron las organizaciones creció la desigualdad en la distribución del ingreso y se precarizaron aún más los puestos de trabajo. "La racionalidad tiene sus límites. Hay que aprender a ver más allá", dijo."Hagamos realidad los sueños", reclamó después y pidió a los jefes presentes que se preguntaran ellos mismos: "¿No estaré destruyendo la vida de mi gente? ¿No les estaré matando sus sueños?" De fondo sonaba I Dreamed a...

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