La revolución de las instituciones, 1820-1830

AutorMagdalena Candioti
Páginas77-103
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En vano se proclamarán con entusiasmo los
principios luminosos, que ha generalizado la f‌ilosof ía,
los únicos que pueden hacer la felicidad de los pueblos:
al reducir a la práctica aquella brillante teoría, la impo-
sibilidad de conciliarla con las antiguas instituciones
produce un choque entre éstas, y los nuevos principios,
que agota sus mejores frutos, o al menos hace que no
se recojan sino a medias.139
La primera década revolucionaria había marcado la circulación masiva
en el naciente espacio público rioplatense de nuevos discursos y principios
jurídico-políticos. La década siguiente sería en la provincia de Buenos Aires,
y más particularmente en la ciudad, una década de fuertes innovaciones y re-
formas institucionales. Los primeros meses de 1820 no habían sido pacíf‌icos. La
dispu ta entre provincias, proyectos y facciones en el antiguo espacio virreinal
terminaron, al menos temporalmente, con el proyecto de transformarlo en una
nueva república. Con la caída del gobierno nacional se inició un largo período
de autonomías provinciales en el que Buenos Aires que tanto se había resis-
tido a perder su preeminencia, f‌inalmente se vio benef‌iciada con la posibilidad
de abocarse a consolidar su vida económica e institucional. Años de crecimien to
y un nuevo estilo de gestión signaron el gobierno provincial de Martín Rodrí-
guez y sus dos ministros Bernardino Rivadavia y Manuel José García, apoyados
por una clase dominante comercial, y crecientemente hacendada, deseosa de
un tiempo de orden y reconstrucción. Muchas de las reformas impulsadas por
el gobierno superaron con creces los objetivos mínimos de sus aliados. El nuevo
gobierno procuró, por un lado, reformar a la sociedad porteña para hacer de
ella un conjunto de ciudadanos virtuosos, ilustrados, laboriosos y felices. En la
139 La abeja argentina, nº5, p 169.
CAPÍTULO 2.
LA REVOLUCIÓN DE LAS
INSTITUCIONES. 1820-1830
MAGDALENA CANDIOTI
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búsqueda de esa “reforma de las costumbres” y “regeneración” social se creó un
conjunto de instituciones y ámbitos de sociabilidad que –desde la legislatura,
pasando por los teatros, las escuelas, las socie dades literarias y concluyendo en
el voto ampliado y la explosión de la prensa– transformaron las formas de hacer
política y comunicarse en la antigua capital.140 Estos espacios de articulación
y difusión de ideas, propuestos retóricamente como canales para la libre expre-
sión de la ciudadanía, contribuyeron más bien a la creación de una incipiente
esfera pública moderna –de posible interpelación de la sociedad civil al estado–
que no preexistía.141 Por otro lado, el gran proyecto del Partido del Orden
fue construir un estado provincial fuerte (organizado territorial, económica,
institucional y jurídicamente) que pudiera ser el modelo sobre el cual luego
reorganizar las Provincias Unidas.
En ese proyecto de dimensión local y proyección nacional, las escasamente
célebres reformas de la justicia y, más parcialmente, la de la legalidad jugaron un
rol central. Ellas, dando respuesta al diagnóstico de la Abeja Argentina, se pen-
saron como un intento de dar una existencia jurídica y mecanismos institu-
cionales a muchos de los principios que la retórica revolucionaria de la década
anterior había movilizado. Se trató de una agenda, sin embargo, que lejos de ser
patrimonio exclusivo del partido del Orden, lo trascendió. Imperio de la ley y
reforma la justicia fueron tópicos que también ocuparon un lugar nodal en el
discurso de la oposición. El objetivo de este capítulo es dar cuenta de cómo se
pensó y se afrontó este desafío, qué problemas se diagnosticaron, qué meca-
nismos diseñó el gobierno para resolverlos y cómo se posicionó ante ellos la
oposición “popular” (que luego sería gobierno). El conocimien to de la lógica de
estas reformas busca contribuir, a su vez, a la comprensión de las posibilidades
de transformación de las estructuras y las prácticas cotidianas que ellas tuvieron.
LA REFORMA DE LA S INSTITUCIONES JUDICIALES
1. Adiós al cabildo
La crisis de la década del veinte había dejado como herencia la creación de
una Honorable Junta de Representantes que, emanada de la Junta Electoral y
sin un fundamento constitucional, se había erigido en un nuevo poder legislativo
140 Sobre el carácter regeneracionista del proyecto rivadaviano cfr. Jorge Myers, “La cultura lite-
raria del período rivadaviano: saber ilustrado y discurso republicano”, en Fernando Aliata y María
Lía Munilla Lacasa, (comps.), Carlo Zucchi y el neoclasicismo en el Río de la Plata, Buenos Aires,
EUDEBA-IICBA, 1998.
141 Sobre la “embrionaria” construcción de una esfera pública en el marco de la experiencia riva-
daviana cfr., Jorge Myers, Orden y Virtud..., y “Las paradojas de la opinión. El discurso político
rivadaviano y sus dos polos: el ‘gobierno de las luces’ y ‘la opinión pública, reina del mundo’”, en
Hilda Sabato y Alberto Lettieri (eds.), La vida política en la Argentina del siglo XIX: Armas, votos y
voces, Buenos Aires, FCE, 2003.

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