Ilustradas, liberales, comunistas y anarquistas: controles y resistencias

AutorPatricia Gonzalez Prado
Páginas33-49
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CAPÍTULO1
Ilustradas, liberales, comunistas
y anarquistas: controles y resistencias
“… El conocimien to no es un proceso lineal ni acumulativo
sino accidentado y circunstancial…”
Verena Stolcke (2000:26).
La llamada Ilustración, sus productos, revoluciones, su noción
de ciudadanía y la de autonomía han atravesado la vida política,
jurídica, económica y social de Latinoamérica, en ejercicio preci-
samente del poder colonial. Su ideario ha impregnado a tal punto
nuestra legislación, que el hecho de que el código civil argentino,
vigente hasta agosto de 2015, fuera copia del napoleónico, resulta
apenas una anécdota en relación con la larga cadena de continuida-
des que podríamos señalar.
La primera ola del feminismo, según la cronología de los estu-
dios europeos, sitúa los orígenes de esta corriente de pensamien to/
movimien to en el siglo XVIII y retoma a referentas como Mary
Wollstonecraft9 y Olympe de Gouges10, en tanto cuestionaron desde
el contrato social del Estado moderno hasta la misma revolución
9 Nació en 1759 en Londres y murió con 38 años de una septicemia postparto, como
lósofa y escritora pudo trabajar profesional e independientemente en Londres, algo
inusual para la época. En su obra más conocida Vindicación de los derechos de la
mujer (1792), argumenta que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hom-
bre, sino que parecen serlo porque no reciben la misma educación, y que hombres y
mujeres deberían ser tratados como seres racionales. Hija de la Ilustración, imagina
un orden social basado en la razón.
10 Olympe de Gouges (Montauban, Francia, 7 de mayo de 1748, París, 3 de noviem-
bre de 1793) es el seudónimo de Marie Gouze, escritora, dramaturga, panetista y
política francesa, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la
Ciudadana (1791).
PATRICIA GONZALEZ PRADO
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francesa y su excluyente Declaración de Derechos del Hombre y
del Ciudadano.
En esa línea retomaron la polémica sobre la naturaleza de las
mujeres y la jerarquía de sexos, ya planteada por lósofos como
Poulain de la Barre (1647 -1723) y escritoras como Christine de
Pisán11, dando lugar a un nuevo discurso crítico que utilizaba las
categorías de la losofía que le eran contemporáneas. Son precisa-
mente las premisas de la ilustración, que armaron que todos los
hombres nacían libres e iguales en dignidad y derechos, las que
dieron lugar a los cuestionamien tos que realizaron Wollstonecraft
(1792) y de Gouges (1791). Así señalaron que la construcción del
sujeto político, del sujeto de derecho, dejaba afuera a las mujeres,
que el sujeto universal de las revoluciones del XVIII era hombre
–no la humanidad–, joven, blanco y propietario, tendríamos que
llegar a las contribuciones del feminismo descolonial y lesbiano
para entender que además, ese sujeto era europeo y heterosexual.
Wollstonecraft denunció también la educación desigual que se
impartía a las mujeres, destinada a su debilitamien to físico y moral.
Se enfrentó de esta manera a propuestas como la rousseauniana del
Emilio12. Reclamó para las mujeres el Sapere Aude, la Ilustración
de la que hablaba Immanuel Kant, el derecho de valerse del propio
entendimien to, y denunció que, respecto de las mujeres, no se trataba
11 Nacida en pleno medioevo, en el año 1364 en Venecia fue la primera escritora
profesional francesa. La lósofa italiana Elena Laurenzi, entre otrxs, la consideran
una precursora feminista, sobre una de sus principales obras –La ciudad de las
damas–), Pisán escribió en el comienzo de esta obra, en el año 1405 “... No es que
sea cosa de un hombre o dos, (...) no hay texto que esté exento de misoginia”
(Laurenzi, Elena, 2009:301).
12 El “padre” del contrato social moderno, Jean Jacques Rousseau, ha sido también
uno de los teóricos occidentales del S. XVIII que, contradiciendo irracionalmente
los principios racionales de la ilustración, justicó las desigualdades sexo-genéricas
en materia de educación, como mecanismo de control y gobierno sobre las muje-
res, algo imprescindible para el establecimien to de un orden político que aspiraba
a constituirse sobre la base de ideales de igualdad, a la vez que se pensaba do-
minado por hombres. Con franqueza el Emilio clarica que, cada límite impuesto
a las mujeres, redunda en un privilegio masculino, de ahí que su lectura resulte
paradójicamente iluminadora de los caminos emancipatorios: para que las mujeres
accedamos a la autonomía, a la libertad, a los derechos humanos los hombres han
de perder privilegios.

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