Constitución y procesos de transformación

AutorEugenio Raúl Zaffaroni
Páginas252-257
REDEA. DERECHOS EN ACCIÓN | Año 2 Nº 3 | Otoño 2017
pág. 252 | SECCIÓN ESPECIAL HOMENAJE A ARTURO SAMPAY
Constitución y procesos de transformación
Por Eugenio Raúl Zafaroni
1. Los procesos de transformación progresiva de las sociedades son avances del derecho
al desarrollo humano consagrado internacionalmente (artículo 26º de la Convención
Americana). En concreto, consisten en ampliaciones de la ciudadanía real, cuyo ideales
una coexistencia en la que cada uno de los habitantes disponga del espacio necesario
para realizar su propio proyecto existencial, o sea, para llegar a ser lo que elija ser.
Esto implica la ampliación del espacio social, entendido como dimensión política (liber-
tad) y económica (acceso real a su ejercicio), lo que no importa la pretensión de que
haya menos ricos –como supercialmente se entiende a veces-, porque la disminución
de ricos no se traduce necesariamente en una correlativa disminución de pobres y menos
aún, en una ampliación del espacio social: una pobreza generalizada reduce los espacios
sociales de todos, al igual que una dictadura. Libertad y pan no es una opción, sino una
conjunción.
El desarrollo humano requiere hoy revertir la concentración de riqueza que pretende
crecer al innito y que hace que algunos acaparen lo que no podrían gastar en cientos
y hasta miles de vidas, para lo cual perjudican a los que carecen de lo elemental para so-
brevivir y, además, destruyen aceleradamente las condiciones de vida humana planetaria.
Lejos de cualquier dogmatismo político e ilusión de sociedad sin clases, de lo que se
trata -en el plano de lo más inmediato y posible- es de encaminar a la sociedad hacia
un mínimo elemental de equidad en la distribución de la riqueza, que suele llamarse
justicia social.
Este camino puede ensayarse en el plano político-económico cuando la sociedad cons-
cientemente lo reclama, como sucede en nuestros países, cuya cultura política se halla
sucientemente desarrollada, con clara idea de los derechos de nuestros Pueblos. Sin
embargo, al hacerlo, es ineludible que choque con las resistencias de los privilegiados
en procura de una mayor concentración de riqueza. Por ello, el camino del desarrollo
humano no es lineal ni pacíco, sino conictivo.
2. Dejando de lado confusiones terminológicas, lo cierto es que la verdadera antíte-
sis del desarrollo humano es el colonialismo. No hay justicia social sin independencia
económica y soberanía política, puesto que los integrantes de una sociedad colonizada
están forzados a trabajar para otros, en lugar de hacerlo para ellos mismos. Puede decirse
que esta situación es una suerte de esclavismo social en gran escala o colectivo.
El colonialismo consiste en el condicionamiento del subdesarrollo de una sociedad por
un poder hegemónico extraño a ella. En Latinoamérica, desde hace doscientos años este
objetivo por lo general se obtiene sin asumir la forma originaria de ocupación policial
del territorio por parte de una potencia colonialista, sino mediante la complicidad de
sectores internos proconsulares que les ahorran ese trabajo, puesto que sus intereses se-
lectivos los hacen aliados de sus programas de subdesarrollo humano.
En nuestro país otrora fue la oligarquía (el régimen falaz y descreido de que hablaba
Yrigoyen, desmontado por Perón), luego nuestras propias Fuerzas Armadas conve-

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