Weber, otra víctima del conflictivo voleibol nacional

Una vez más la transición arrastra sensaciones feas. De egoísmos, de traición, de improvisación. Una vez más el voleibol argentino es noticia no por grandes resultados sino por un despido, por el fin de un proyecto. Por luchas internas. Y las víctimas nunca son actores de reparto, personajes menores. Son personas que están en cargos de peso, y hasta una figura histórica del seleccionado: nada menos que Javier WeberÉl es el último afectado por esta historia de serruchos, procesos abortados y entronización de un supuesto mesías que salvará de la debacle al equipo albiceleste. El ex armador fue uno de ellos, pero su gestión, irregular y no exenta de controversias, ya se acabó. La Federación del Voleibol Argentino (FeVA) oficializó ayer un despido que ya le había comunicado el sábado pasado, tras una historia de marchas, contramarchas y operaciones desestabilizadoras que derivaron en una salida ríspida y en la candidatura de un referente mundial: Julio Velasco.Weber asumió en mayo de 2009, después del pobre período de Jon Uriarte en la conducción, en la que se perdió sorpresivamente la clasificación olímpica para Pekín 2008 en Formosa a manos de Venezuela. Con el nuevo entrenador, el conjunto nacional abrió una época intensa, irregular en resultados y muy severa en determinaciones tácticas y en el trato con los jugadores. Bajo su mando la Argentina jugó cinco veces la Liga Mundial y tuvo altibajos. Anduvo bien en 2009, con un 5º puesto en Belgrado, y en 2011, con un 4º (la mejor ubicación histórica, con marca de 9-3) en Gdansk, Polonia. Fue una sombra en 2010 y en 2013, cuando alcanzó sendos 6os lugares sólo por ser la organizadora de la rueda final, en Córdoba (con registro de 0 y 14) y Mar del Plata. Y quedó sin pena ni gloria en 2010, cuando resultó 10» en Sofía. Ese año el ex director técnico multicampeón en Bolívar inició un amplio recambio generacional, mientras avanzaba lo mejor de su período: el trabajo en los seleccionados juveniles, desarrollado por Juan Manuel Cichello, Fabián Muraco y, más tarde, Julián Álvarez.En el mayor desafío del ciclo, Londres 2012, el saldo fue aceptable, tras superar el grupo y caer en los cuartos de final contra Brasil. No obstante, el clima estaba ya enrarecido. Weber, que nunca tuvo fluidez en la relación con sus dirigidos, se topó con un foco de resistencia en dos de los mejores jugadores, Facundo Conte, de 24 años, y Rodrigo Quiroga, de 26. Ambos difundieron por por correo electrónico una idea de "cambio de aire", cosa...

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