La voz de los mil matices, al natural

Verónica Cangemi (soprano) y Orquesta Barroca Argentina . Obras de Händel y Vivaldi. Museo Fernández Blanco. Nuestra opinión: muy buenoCon esa mezcla de emoción y expectativa que se produce en los retornos de un hijo pródigo a su lejana tierra, así de conmovedor se vivió el último sábado el reencuentro con la prestigiosa soprano mendocina Verónica Cangemi, solista del concierto inaugural de la Orquesta Barroca Argentina (OBA). El ámbito no podría haber sido más propicio: el Museo Fernández Blanco que, por su carácter intimista y recoleto, brindó el perfecto marco para el repertorio. Luego, por el hecho de que Verónica celebraba, en el mismo escenario de su debut, veinte años de exitosa carrera en el exterior. La cantante, conmovida con el aniversario que la retrotrajo a la época en que llegó a Buenos Aires a cumplir sus sueños, agradeció el apoyo a lo largo de su trayectoria y la labor de la recordada Leonor Luro, de Festivales Musicales, que le otorgó la beca para iniciarse en Europa.Además de las excepcionales cualidades de su voz -un timbre cálido, lírico y parejo en todos los registros, con ciertas pinceladas sombrías que le permiten disponer de colores dramáticos cuando la obra así lo requiere (como en la amarga Se Pietà , una de las grandes arias de Cleopatra en Giulio Cesare, de Händel)-, dos rasgos la identifican como artista. El primero, su canto directo y relajado, que hace que su voz suene natural. El segundo tiene que ver con una musicalidad franca, jamás impostada o forzada, con una fluidez que transmite una nata intuición...

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