Vivir de guardia: las historias del equipo detrás de los trasplantes

Sus teléfonos no se apagan nunca. Están disponibles los siete días de la semana, los doce meses del año. Viven, literalmente, de guardia. Perdieron la cuenta de la cantidad de cumpleaños, festejos y reuniones familiares que tuvieron que cancelar a último minuto; encuentros con amigos de los que salieron disparados tras recibir una llamada; "libertades" a las que renunciaron voluntariamente. Y ante las miradas incrédulas o resignadas que se clavan en ellos cuando se levantan de golpe de una cena o un café, la respuesta que dan es siempre la misma: "Surgió un operativo".

Son médicos, cirujanos y residentes, pero también enfermeras, instrumentistas, anestesistas, trabajadores sociales y psicólogos que aman lo que hacen: pero admiten que sin una sobredosis de compromiso y convicción, su trabajo sería impracticable. Forman parte de un engranaje cuidadosamente aceitado, donde cada uno juega un rol imprescindible. Estos casi treinta profesionales de la salud integran el Servicio de Trasplante Renal del Hospital General de Agudos Dr. Cosme Argerich: se trata de uno de los equipos más prestigiosos y antiguos que existen en los hospitales públicos del país (el año que viene cumplirá treinta años de trayectoria).

Con su guardapolvo blanco, Rubén Schiavelli avanza lentamente por un pasillo. Sus pacientes lo detienen para hacerle una pregunta, comentario o saludarlo. Un hombre joven le asegura que está tomando su medicación: parece un alumno haciendo buena letra con el maestro. Schiavelli lo palmea en la espalda y sonríe. "Que los jóvenes adhieran al tratamiento postrasplante es uno de nuestros grandes desafíos: de eso depende que aquel tenga éxito", cuenta mientras se abre paso hacia su pequeña oficina.

Tiene 56 años y es jefe de la División de Nefrología y Trasplante Renal del Argerich. Allí se reciben a pacientes de toda la Argentina, y se realizan entre cuatro y cinco trasplantes renales por mes (aproximadamente fueron 1200 desde que empezó a funcionar el servicio en 1987).

Trabajar contrarreloj

Fue en 1989 cuando Schiavelli se sumó a la División de Ablación e Implante de Órganos del Argerich, que en ese entonces tenía dos años de vida. De ese grupo surgiría la idea de crear el Instituto de Trasplante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). "Cuando lo creamos estuve un año y tres meses de guardia. Los nefrólogos, aunque no somos cirujanos, también estamos en el quirófano controlando al paciente. Casi no dormía y trabajaba a un nivel de locura...

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