La vieja guardia de Francia está viva

HANNOVER.- Francia tenía escondido este homenaje que se hizo a sí mismo, esta reivindicación a tiempo de los últimos sobrevivientes de la vieja guardia que supieron sufrir y esperar. Ahora, abrazados a las diez mil camisetas azules que los recibieron a la distancia desde un codo, se ríen con ganas, con felicidad y con satisfacción. A todo le ganaron los franceses, empezando por la herida inesperada de los silbidos a La Marsellesa cuando ellos, con el respeto que hasta aquí era casi religioso para cualquiera, habían escuchado y aplaudido el himno español.

En tensión competitiva y vena dramática, este clásico ha sido el partido que se esperaba y se quería. Se lo pudo disfrutar aun a despecho de la hibridez española, tan contrastante con esa imagen ambiciosa y positiva que este equipo había mostrado cuando vapuleó a Ucrania en el debut. Así lo quisieron el fútbol y el capricho inescrutable de cada Mundial: Ucrania sigue en pie, España se vuelve a casa. Pero es hora de agradecer lo que queda más que lamentar lo que se fue: se queda Zidane, cuya carrera, para agregarle un ingrediente emocional más a la noche, tenía el candado a mano casi en cada jugada. El fútbol también se entiende con el sentido de la justicia: el gran Zizou no podía despedirse con la imagen borrosa de la otra noche ante Corea, enojado, comparable con un colega cualquiera en lugar de lo que grita su extraordinaria foja.

Francia reverdeció su fútbol aun sin haber sido un equipo deslumbrante. Hay que pensar que necesitaba alicientes como el de anoche para sacudirse la depresión que lo arrinconó, en términos de mundiales, desde el mismo instante en que se consagró en París, hace ocho años. Con esa sabiduría en el decir que les conocemos a los españoles lo explicó después Luis Aragonés, triste pero con el espíritu intacto: "Yo dije que queríamos colocar a España entre los que ganan. Y Francia es uno de los que ganan". Ocurre que Francia se había vuelto un competidor común y corriente a fuerza de su propia desidia y del desgaste que se pensó irreversible para un plantel maduro.

Si ahora cada partido tiene el poder de decidir quién sobrevive y quién no, es indiscutible que sean los franceses los que mantengan una oportunidad. El gol de Villa -un tonto penal de Thuram a Pablo, que salía del área- no sirvió para engañar: España ganaba sin haber hecho casi nada. Antes y después estuvo vacío de fútbol, despojado de la mínima gota de frescura. Un par de arremetidas del Niño Torres creó...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR