El viaje del Papa en 2018 no está descartado

Las cosas que no están previstas pueden de pronto estar previstas. Esa diferencia entre lo que no está dentro de una agenda pero podría estarlo es clave para entender la última declaración del Vaticano sobre una eventual visita del papa Francisco a la Argentina en 2018. El vocero del Vaticano dijo exactamente que "no está prevista" una visita del Pontífice a su país el año próximo. El Papa no dijo, como sí ocurrió para este año, que no vendría. Funcionarios vaticanos y de la Iglesia argentina señalaron ahora que el viaje de Francisco a su tierra natal no está descartado para el próximo año. Pero no es sólo un problema de agenda. Las condiciones siguen siendo las mismas que fijaron altos dignatarios del Vaticano en julio pasado y que LA NACION publicó. El país debe encontrar una fórmula para la definitiva pacificación interna, y la Iglesia argentina debe demostrar que su adhesión a los postulados pastorales del jefe de la Iglesia no es sólo circunstancial y retórica.

Entre el Papa y el gobierno de Macri no existen problemas ideológicos ni personales, como insisten algunos sectores sociales.

Hay en esas franjas de la sociedad una mirada excesivamente sesgada sobre los actos de Bergoglio. Ponen especial énfasis, por ejemplo, en un seminario convocado para diciembre en el Vaticano con procuradores de todo el mundo al que asistirá la renunciante Alejandra Gils Carbó. La invitación fue del canciller de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, Marcelo Sánchez Sorondo, no del Papa. La primera que entendió que esa invitación no significaba ningún apoyo papal fue la propia Gils Carbó: renunció antes de viajar a Roma porque sabía que aquí su situación ya no tenía remedio. Pasó inadvertida, sin embargo, la reunión que el Papa tuvo con Esteban Bullrich cuatro días después de que éste le ganara a Cristina Kirchner en Buenos Aires. Dentro de poco, el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, también lo visitará en Roma. Tampoco esas reuniones deben leerse como una adhesión del Papa al gobierno de Macri, porque se trata en casi todos los casos de antiguas relaciones personales. Pero son síntomas inconfundibles de que no existen prejuicios por parte del Papa y de que cuida su neutralidad en el debate político argentino. En síntesis, hay un sector de la sociedad empecinado en ver al Papa haciendo lo que ese sector quiera que haga. Obstinado también en interpretar al Pontífice con los acertijos de la política local y no como el líder...

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