Las urnas están bien guardadas

Ya me van a extrañar cuando falte", respondía desafiante Julio Grondona cuando lo incomodaba algún cuestionamiento. Y lo consiguió, muchos creen que todo sería mejor con él. Eso retrata la decrepitud de los cuadros políticos de la AFA. "Julio lo solucionaba en cinco minutos", aseguran con tono sobrador, pero en realidad se trata de una temeridad. Expone a los dirigentes en su incapacidad. El vacío que dejó Grondona confirma el descrédito que arrincona a la tropa heredera. Culpa del totalitarismo del Jefe y a la comodidad de sus adláteres. Tan serviles que hoy hasta niegan el ejercicio democrático: "Estamos bregando para que haya unidad. No queremos elecciones. Tan equivocado no estaba Grondona en su forma de ver el fútbol. Siempre trató de que no haya votación. La votación deja heridos", confiesa Miguel Silva. Y el escozor se esparce por todos los rincones.

Luis Segura puso en palabras lo que todos sabían: "En la época de Grondona la mesa chica no funcionaba. Él era la mesa chica. Julio ejercía un poder que era firme, acatado por toda la dirigencia", contó con admiración. Y sobre la ausencia de un sucesor natural, ofreció una interpretación que grafica la gestión Grondona: "Siempre se dice que los grandes líderes no forman sucesores. Es su forma de construir...

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