Traiciones que apestan

(De Luis D'Elía, en alusión a Florencio Randazzo.)

Como la enfermera Annie Wilkes en la novela Misery, de Stephen King, el kirchnerismo más puro y duro ha decidido someter, humillar y pulverizar a todo aquel que amenace con sacar los pies del plato. Más aún, intenta hacer lo mismo con quienes nunca tomaron de su brebaje ni saciaron sus ambiciones en los pliegues mullidos de la gruesa billetera estatal.

Con mano de hierro y métodos execrables, Annie torturaba a Paul Sheldon para que siguiera escribiendo, para garantizarse que la protagonista de sus novelas fuese eterna. El escritor no tenía derecho a matar a Misery y, mucho menos, a abandonar el relato dando por terminado el ciclo de aventura y fantasía que tanto agradaba a la enfermera.

Desde hace ya largas semanas, varias Annie revolotean el Congreso. El primer paso que dieron fue procurarse un Sheldon en la Corte. Le cuestionan lo que escribe y que no lo haya hecho nunca para favorecer a la heroína de su historia; tanto les fastidian sus presencias como sus ausencias. No le tienen piedad. Le disparan munición gruesa, pero ni siquiera consiguen anestesiarlo. Sheldon, acosado, resiste bajo su toga.

Sin embargo, el fracaso por no poder doblegarlo, por no conseguir pescar en mar ajeno, es la pelea menor que dan las sanguinarias Annie nac y pop. Temen que el peor ataque provenga de las fieras con...

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