Tan simple como un grano de sal

Como saben, los simplificadores me caen mal. Toda vez que me veo en la obligación de debatir con uno de estos sujetos (no lo haría motu proprio, por cierto), siento la misma aversión. Porque frente a la inconmensurable complejidad de todo lo que existe, el tipo no hace sino un gesto de suficiencia, emite su opinión preñada de prejuicios y despacha cualquier explicación técnica con un desprecio indisimulado. Le repugna el hecho de que el pequeño grano de sal sobre el mantel esté compuesto de moléculas de cloruro de sodio y que esos átomos de cloro y sodio sean elementos de una tabla periódica abundante y, sin embargo, notable por su modestia, en comparación con la vastedad de la creación. Para él, es solo un gano de sal, qué tanto. Más aún lo enfurece que esos átomos estén a su vez constituidos por electrones, protones y neutrones, y no le vaya usted a decir que tales minucias tienen sus propios ladrillos, a tal punto que, cerca de Ginebra, han construido una gigantesca máquina de 27 kilómetros de circunferencia para intentar encontrar nuevas piezas del rompecabezas subatómico, esas que anticipan las teorías de la supersimetría. Se pondrá como loco al escuchar esa palabra, supersimetría, porque en qué mente perversa cabe que un grano de sal sea tan complicado y con qué otra intención, si no subvertir el orden natural de las cosas, podría alguien embrollar tanto el mundo. Si un grano de sal es tan complicado, ¡qué dirán de un elefante o de la Luna!El simplificador serial cree por eso que todo problema es fácil de resolver. No es así. Ni cerca. Ocurre ahora, con este coronavirus que nos tiene acorralados. Contra reloj, los científicos (esos perversos que intentan subvertir el orden natural de las cosas) tratan de explicar sus mecanismos de contagio, se desvelan por una cura o por una vacuna, desarman la genética, se hunden en un laberinto que de tan pequeño resulta casi infinito. A cada paso, en cada sinuosa curva del ácido ribonucleico, se encuentran con nuevos desafíos y con otros interrogantes. Estos exploradores de lo...

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