El 'silencio' de los pueblos fantasma

He aquí una imagen reiterada en muchos lugares de la extensión bonaerense: cruzan la ruta rieles abandonados que definen una línea de maleza; si se la sigue suele aparecer, no lejos, una estación curiosamente indemne y silenciosa. A un lado se abre una secuencia de galpones, junto a cuyos portones corredizos crecen los yuyos; al otro -y tras pasar por una deslucida habitación de madera- se da a calle de tierra bordeada por algunas casas, árboles avejentados, un almacén y algún irreconocible negocio cerrado. Hay carteles y anuncios ya sin sentido, y si nos adentrásemos por las calles perpendiculares encontraríamos una escuela demasiado humilde y destartalada como para que la pintura reciente pueda adecentarla y también una plaza, fácil de confundir con un baldío.Más o menos es así en todas partes y al paraje hasta es común que se retacee la denominación de pueblo; es frecuente que lo reemplace el término "estación", realmente impropio pues la estación en realidad ya no existe. Un día dejó de pasar el tren y tras suyo vinieron sucesivas etapas de quejas, de petitorios, de letargo y de despoblamiento, hasta que todo se redujo a unos cuantos corrales, a enmohecidos hierros y a muros que paulatinamente pierden el revoque. En su mayoría la gente se fue a la localidad cabecera cercana, donde se concentran el comercio y los servicios y desde la cual cotidianamente vienen algunos -a lomo de las 4 x 4- para trabajar sea en el campo o en el ex pueblo.Por cierto, igual pasa en muchos puntos del país y aun del mundo, pero hablamos de casos vistos en la provincia de Buenos Aires, de modo que se trata de melancolías de primera mano y no periodísticas. Naturalmente, abarcan situaciones y antecedentes muy diversos y asimismo muy distintos grados de opacamiento social y económico, y son casi endémicos en las áreas que atendían los ferrocarriles de trocha angosta. En Smith, no lejos de Carlos Casares, hay unos 800 habitantes, pero me cuentan que llegó a tener 6000, referencia acaso exagerada por el amor al terruño. Pero es real que Carlos Beguerie -en el partido de Roque Pérez, localidad a la que alguna vez...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR