En las sierras cordobesas, el rock es bello, joven y eterno

SANTA MARÍA DE PUNILLA.- Si no llueve no es Cosquín Rock, dice el mito popular. Y, más allá de que no estaba prevista una tormenta para el primer día del festival, la historia pudo más. Antes y después de ella hubo una extensa jornada de 14 horas. La producción decidió que este año el encuentro durara dos días en lugar de las tres jornadas habituales, y para que esto no implicara que menos bandas tocaran en el festival decidió iniciar más temprano cada jornada.

Cuando Las Pastillas del Abuelo se encontraban desplegando su música en el escenario principal, la lluvia hizo su entrada como un elemento más de la puesta. Los relámpagos de un lado; la voz de Piti Fernández del otro y, en el medio, las primeras canciones de la banda: "Escaleras" e "Inercia". Con sus banderas, sus "trapos" o lo que tuvieran a mano, los 40.000 presentes intentaron protegerse de la bravura del cielo.

Lejos y en el otro extremo del predio, el jamaiquino Don Carlos corría la misma suerte en el escenario consagrado al reggae. Solo los más fanáticos y valientes se mantuvieron fieles al fundador de Black Uhuru mientras este desplegaba su arte y el viento empezaba a llevarse la tormenta muy lejos del aeródromo de Santa María de Punilla, la sede de Cosquín Rock.

Cuando aún todo era calma y celebración, Skay y los Fakires, en el espacio principal, y Los Pericos con Andrew Tosh (hijo de Peter Tosh), en el temático, hicieron lo suyo. El exintegrante de Los Redondos eligió un set contundente: mostró su clase de guitarrista virtuoso, pero también su vuelo poético y profundo a la hora de entonar sus canciones. Además de recorrer su ya extensa discografía solista, con "El Golem de Paternal", "Oda a los sin nombre" y "Falenas en celo", también recurrió al clásico redondo "Ji Ji Ji". Con 66 años, anteojos oscuros, sombrero y camisa abierta, Skay encendió a sus seguidores y dio uno de los shows más sólidos de la jornada. Los Pericos, en tanto, se concentraron en clásicos como "Runaway", "Complicado y aturdido" y "Nada que perder".

En medio de un arsenal de hits, Andrew Tosh se sumó a Los Pericos para aportarles su groove y un viaje instantáneo a la lejana Kingston.

En la primera jornada del festival también hubo lugar para ese rock barrial o "chabón" que emergió con fuerza en los 90 y que aún hoy sigue en pie. Por caso, Ojos Locos y Sueño de Pescado. Con tres discos editados en solo cinco años de vida, la banda platense Sueño de Pescado mostró cada una de las señas particulares del...

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