Enrique Shaw, 'el santo de traje y corbata', camino a ser otro beato argentino

A pocos días de la beatificación del cura Brochero, ya se encuentran en el Vaticano 1300 fojas que probarían que Enrique Shaw, un porteño padre de familia y empresario, vivió "con heroísmo las virtudes cristianas". En una sesión pública a la que asistieron unas trescientas personas, las autoridades responsables de la causa de canonización de Shaw, encabezadas por el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, cerraron la fase diocesana de la investigación sobre su vida.La causa por la que se busca llevar a los altares a quien se destacó, entre otros aspectos, por la atención a las necesidades de cada uno de los 3600 empleados de la cristalería Rigolleau, que él dirigía, y por la alegría y firmeza con la que educó a sus nueve hijos, fue abierta en Buenos Aires en 2001 por el entonces cardenal Jorge Bergoglio, cuando era arzobispo porteño. Ahora será también Bergoglio, en su nueva responsabilidad como papa Francisco, el encargado de la etapa final del proceso, en Roma.Shaw es "un santo, si Dios quiere, de traje y corbata, que usaba anteojos y andaba en auto, en avión y en avioneta. Un testimonio vivo y entusiasta de que la santidad es posible también en el matrimonio, en la paternidad, en la actividad profesional y social", dijo el postulador de la causa en su fase argentina, Juan Navarro Floria. En Roma, el caso será seguido por la argentina residente en el Vaticano Silvia Correale. "Se define a Enrique en su condición de empresario y acaso esté llamado a ser el primer empresario, en el sentido moderno del término, en ser llevado a los altares", agregó Navarro Floria.Hijo de una familia pudiente, Enrique Shaw fue marino y luego creyó que lo suyo era ser obrero. Pidió la baja de la Armada y aceptó trabajar en cargos de responsabilidad en varias de las empresas de su familia y las de su esposa, Cecilia Bonge. Así condujo la cristalería Rigolleau desde 1945 hasta su muerte, a raíz de un cáncer, en 1962.Asignaciones familiares"Cuando iba a tener a mi bebe, no querían darme un aumento por mérito y fui a hablar con él y me dio mucho más de lo que le pedí; con decirte que podía pagar el alquiler, el gas, la luz y todavía me sobraba", recordó Adelina Humier, de 88 años, una de las secretarias de Shaw en Rigolleau. A raíz del nacimiento del hijo de Adelina, Shaw se interesó por los...

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