Los secretarios de los Kirchner: las rencillas que fomentó Néstor hoy se transformaron en deslealtades

EL CALAFATE.- siempre eligió ejercer el poder en forma radial. No le gustaban los grupos. Renegaba de la horizontalidad. Prefería dividir y mantener el control. Su círculo cercano, que en las últimas horas quedó tras las rejas, no era un equipo férreo: cada uno hacía su juego. Entre ellos había rencillas, enojos, desconfianzas y resquemores. Sentimientos que pueden profundizarse ante esa delgada línea que separa la libertad de la prisión.Así trasuntó el viernes a la tarde en el despacho del fiscal , mientras , apuntó al resto de sus excompañeros y detalló quiénes eran los encargados de transportar los bolsos de los Kirchner en los vuelos oficiales hacia el sur.Está a la vista que no hay pactos de silencio, ni siquiera amistad entre ellos. Solo un pasado en común en el cual formaron parte del círculo del poder de Néstor y , el mismo que les permitió a tres de ellos convertirse en exitosos empresarios. La cercanía de todos era tal que no solo conocían los gustos más nimios de sus jefes, sino que también eran mandaderos todoterreno.Aquí llegaron tras el derrotero de casi dos meses de la causa conocida como los cuadernos de las coimas, donde se revela un armado de pagos de empresarios hacia funcionarios públicos con dinero en efectivo. El chofer no los nombra, pero sí lo hicieron testigos e imputados en la causa.Gutiérrez, Daniel Álvarez y Roberto Sosa se conocieron en los 90. Los tres ingresaron a trabajar en el área de protocolo de la provincia cuando apenas pasaban los 20 años. "A Lupín [el apodo de Kirchner en la provincia] le gustaba tener varios empleados pululando alrededor. Ellos se peleaban a los codazos por estar más cerca", confía a LA NACION un hombre que fue parte de la mesa chica de Kirchner.Ya entonces empezaron a tejerse los enojos entre Gutiérrez y Álvarez. Entre ellos no se hablan y se tratan en forma despectiva. Ambos fueron investigados por enriquecimiento y sobreseídos por el juez Claudio Bonadio, en 2010. Esa causa los dejó fuera del cargo en la Secretaría General de la Presidencia, pero no lejos del poder.Los dos secretarios también se diferenciaron en sus inquietudes. Mientras Gutiérrez se convirtió en un exitoso empresario, Álvarez quiso ser "el mejor alumno de Kirchner", tal el eslogan de la campaña con la que intentó ganar la intendencia de Río Gallegos. El sueño empezó en diciembre de 2006, cuando aún era secretario presidencial e invitó a Juan Sebastián Verón a un viaje fugaz a Río Gallegos, para mostrarse junto a...

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