San Martín: amantes, hijos y nietos de un libertador pasional

Pintura de Don José de San Martín

Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada fue la única hija del matrimonio entre José Francisco de San Martín y Matorras y María de los Remedios de Escalada . Merceditas había nacido el 24 de agosto de 1816, en plena preparación del Ejército de los Andes para la Campaña Libertadora. Poco la vio el general al partir en 1817 (salvo un tiempo que pasó el matrimonio en la Chacra de los Barriales, Mendoza, en 1818) y la crianza quedó a cargo de la madre que, por problemas de salud, delegó la educación en su abuela, Tomasa Francisca de la Quintana y Aoiz de Escalada (1766-1841), madre también de los oficiales Manuel y Mariano Escalada.

La relación entre el general y su suegra no era cordial; a su criterio, San Martín había desatendido a María de los Remedios, dadas las numerosas aventuras galantes que viviera a lo largo de su campaña.

Para colmo, muerta Remedios (el 3 de agosto de 1823), volvió el general a reclamar la herencia de su esposa y llevarse a su hija al exilio en Europa. Tomasa nunca había simpatizado con su yerno, a quien consideraba un "soldadote" que no estaba a la altura de las expectativas de una familia acomodada como eran los Escalada, y para colmo se llevaba a la nieta que ella había criado con esmero. Padre e hija partieron el 22 de febrero de 1824 rumbo a Le Havre, Francia.

Obviamente, la relación con su hija que apenas conocía fue bastante difícil durante los primeros años del exilio. En Inglaterra, Merceditas fue a un internado de señoritas en Hampstead, a cargo de la esposa del capitán de marina Peter Heywood (personaje célebre en ese país por haberse amotinado a borde del "HMS Bounty", aunque condenado a la horda, la pena fue conmutada por el rey Jorge III). Cuando viajaron a Bruselas, Merceditas pasó a otro internado donde su padre la visitaba los sábados y domingos. Si la niña tenía algún acceso de rebeldía que había adquirido durante la "mal crianza" de su abuela, San Martín, para castigarla, no la sacaba a pasear y ella debía permanecer en el internado.

En marzo de 1832, mientras vivían en París, se desató una epidemia de cólera. Para evitar el contagio, padre e hija se mudaron a una casa a las afueras de la capital francesa, pero no pudieron escapar al flagelo. Gracias a la asistencia de un joven diplomático argentino, Mariano Severo Balcarce (hijo del general Antonio González Balcarce, quien sirviera a las órdenes del Libertador en la gloriosa batalla de Maipú), San Martín y...

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