Los salvadores de la ópera

"A la ópera hay que cambiarla a partir de propuestas de riesgo". Es, más o menos, lo que acaba de declarar a este diario el señor Alex Ollé, codirector y uno de los fundadores de La Fura dels Baus, que ha llegado a Buenos Aires para el frustrado estreno en el Colón de El gran macabro de Ligeti. También se advierte en ese texto su convicción de que "nos hemos convertido en un referente de la renovación operística", renovación necesaria a su juicio porque la ópera es elitista y un medio "un poco antiguo" (claro, tiene cuatro siglos de vida) y además "reaccionario". El público, entendámoslo bien, es decir nosotros, somos "reaccionarios". Esto significa, según la RAE, que "propendemos a restablecer lo abolido", que somos "opuestos a las innovaciones".Bien, estamos ante salvadores de la patria, aunque sin fondo musical verdiano. En síntesis, los fureros han llegado al mundo de la ópera, hace ya quince años, para salvarla. Enhorabuena.Digamos ante todo que la crítica a la ópera es tan vieja como el género mismo. Nacida bajo el ideal del drama griego, cualquier exceso que la alejara de aquellos adustos antecedentes era atacado. Ese rechazo tomaba diferentes formas: ensayo estético, sátira o parodia. La sátira, picante y mordaz, comenzó tempranamente en Italia, pero alcanzó su mayor agudeza en el sarcástico Teatro alla moda...

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