Reflexiones en torno a la responsabilidad civil en la Revolución Industrial 4.0. Desafíos de la normativa sobre prevención y reparación del daño en la Argentina digital 4.0

AutorEmiliano C. Lamanna Guiñazú
Páginas1-32
Lamanna Guiñazú, Reflexiones en torno a la responsabilidad civil…
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Reflexiones en torno a la responsabilidad
civil en la Revolución Industrial 4.0*
Desafíos de la normativa sobre prevención y reparación
del daño en la Argentina digital 4.0
Por Emiliano Lamanna Guiñazú
En la era de Internet, el orden mundial con frecuencia se ha equiparado
con el postulado de que si la gente tiene la posibilidad de acceder
a intercambiar libremente la información global la pulsión humana natural
hacia la libertad echará raíces y se autosatisfará, y la historia funcionaría
con piloto automático, por decirlo así. Pero los filósofos y los poetas han separado
hace ya mucho tiempo en tres componentes el dominio de la mente: información,
conocimiento y sabiduría. Internet se centra en el ámbito de la información,
cuya propagación facilita exponencialmente. Se diseñan funciones incluso
más complejas, incluso capaces de responder a cuestiones de hecho que,
en sí mismas, no sean alteradas por el paso del tiempo. Los motores de búsqueda
pueden manejar cuestiones crecientemente compl ejas en creciente velocidad.
Pero el exceso de información, por paradójico que parezca, puede inhibir la adquisición
de conocimiento y apartar la sabiduría todavía más lejos de lo que estaba antes.
(Kissinger, Orden mundial1)
1. Introducción: ¿hacia la segunda domesticación del fuego?
En su polémico libro Homo Deus, Yuval Noah Harari contempla un espectro de
tiempo donde las “nuevas” bondades que trae consigo la humanidad tecnológica –como
la ausencia de guerras, pestes y hambrunas– han llegado para quedarse, declarando
al Planeta extinto de tales (y cruciales) eventos disruptivos negativos (Harari, 2016)2.
Daría para festejar si uno no siguiera leyendo el libro de Harari, pues plantea una
humanidad que marcha, con paso decidido, a la automatización de todas las cosas.
Ello traería aparejado una sociedad, tan deslumbrante como ajena a nuestros “pesa-
res” humanos. Tecnologías que, dada la falta de operatividad de “lo humano”, deci-
dieran no “vivir” más con nosotros. Sí, acertó, todas estas maravillas estarían llegando
en estos días3. No parece necesario agregar nada más. ¿O sí? Veamos.
* Extraído del artículo publicado en “Revista Perspectivas de las Ciencias Económicas y Jurídi-
cas”, vol. 10, n° 2, 2020, p. 87 a 124. Bibliografía recomendada.
1 Kissinger, Henry, Orden mundial, Bs. As., Debate, 2014, p. 350.
2 “Es probable que en el futuro haya epidemias importantes que continúen poniendo en peligro
la humanidad pero solo si la propia humanidad las crea al servicio de alguna ideología despiadada. Es
probable que la época en la que la humanidad se hallaba indefensa ante las epidemias naturales haya
terminado. Pero podríamos llegar a echarlos en falta” (Harari, 2016, p. 25).
3 “Mientras se leen estas líneas, la evolución disruptiva de Internet 4.0 avanza indetenible. Este
mundo tecnológico no se trata solamente de un lenguaje binario de 1001001, sino de experiencias
personalizadas donde los individuos sin darse cuenta, han comenzado a formar parte de la era donde
se habla de la cuarta Revolución Industrial, big data, machine learning, la nube, marketing digital, inte-
ligencia artificial y las comunicaciones móviles” (“Efiempresa”, https://efiempresa.com/blog/efiempresa-
evolucion-disruptiva-de-internet-4-0).
Lamanna Guiñazú, Reflexiones en torno a la responsabilidad civil…
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Lejos de someternos a la pesadilla de un progrom masivo y universal, que to-
davía parece ser parte de una literatura imaginativa, lo que asusta, lo que verdadera-
mente atemoriza, es que hoy está pasando una buena parte de lo que antes imaginá-
bamos.
En efecto, aun cuando todavía no es tiempo de ver tránsito atascado en las
alturas, si vemos automatizados servicios que antes irrogaban días o semanas reali-
zarse o producirse. La pregunta más insistente que deberíamos hacernos los huma-
nos, sería esta: ¿en qué momento ocurrió? Luis Iñigo Fernández (2013) nos acerca
material y una base teórica interesante. No solo por lo clarificador de su relato sino
también por la precisión y transversalidad de su exposición, donde la innovación juega
un rol crucial4.
Parece necesario, entonces, que lejos de atemorizarnos por un futuro/presente
amenazante y deshumanizado, nos planteemos los avances en movimiento cons-
tante. Ello, aun cuando los cambios nos produzcan un lógico vértigo pues, como ya
se ha dicho, los avances en estos últimos 200 años equiparan con creces lo que en
los 10.000 anteriores no logramos materializar5. Entonces, está justificado el vértigo.
¿Con qué derecho enfrentamos estos nuevos desafíos? Con el que nos da la
evidencia de que enfrentamos una realidad que nos muestra una tecnología, perma-
nente y ubicua6, que nos obliga a pararnos frente a estos avances, tan colosales como
múltiples y replicados, con la sospecha –no siempre compartida por los juristas– de
no contar con las respuestas jurídicas adecuadas. Advertimos que tampoco debemos
permitimos que esto nos golpeé bajo. Para ello deberíamos fijar prioridades. Pues a
la pregunta “¿tenemos más dispositivos tecnológicos (computadoras, celulares,
4 “Los modelos tecnológicos constituyen, en general, explicaciones que otorgan prioridad a los
cambios técnicos como factor determinante de las transformaciones producidas en la economía y la
sociedad. David S. Landes, el autor más representativo de esta escuela, así lo afirma con claridad en
la primera página de su ya clásica obra de 1969, ‘The Unbound Prometheus’, publicada en castellano
bajo el título, mucho más prosaico, de ‘Progreso tecnológico y Revolución Industrial’. En su opinión, el
corazón de la Revolución Industrial está formado por una sucesión interrelacionada de cambios tecno-
lógicos que pueden resumirse en tres grandes avances: la sustitución del trabajo humano por la má-
quina; el relevo de la energía animal por la energía inanimada, y la introducción de grandes mejoras en
los métodos de obtención y elaboración de materias primas, en especial en campos como la metalurgia
y la química. Landes se muestra, no obstante, menos reduccionista de lo que cabría esperar: no son
los inventos en sí mismos el factor determinante, sino las innovaciones, esto es, su introducción en el
proceso productivo, con su consiguiente repercusión en la organización del trabajo, la comercialización
de los productos y su distribución” (Iñigo Fernández, 2012, p. 32 y 33).
5 “Estas tres oleadas de cambios han transformado la humanidad mucho más en 200 años que
en 10.000, pero nada parece indicar que el proceso haya finalizado, o ni siquiera, que se haya ralenti-
zado un poco. Todo lo contrario. El éxodo rural continúa, y en 2050 más de dos tercios de la población
mundial vivirá en las ciudades. Paralelamente, ya hay expertos que identifican señales evidentes de
una Cuarta Revolución Industrial en ciernes, basada en la híper-conectividad y los sistemas ciberfísicos
–el Internet de las cosas–, o la micro-fabricación representada por el movimiento maker, gracias a la
popularización de las impresoras 3D y la economía directa 2 a través de plataformas de financiación
colectiva como kickstarter” (Cortés, 2016, p. 101).
6 Se trata de una tecnología clave subyacente a las cosas. Sería algo así como soluciones infor-
máticas utilizadas de manera consciente. Por ejemplo, los sensores que abren puertas de acceso a
bancos o a ascensores; también las luces que se encienden automáticamente en áreas destinadas a
seguridad, sensible para quien las implementa, etc. Se trata de sistemas que incluyen capacidad de
proceso en dispositivos múltiples que, en razón de su número y diferentes localizaciones, no son con-
sideradas como computadoras.
Lamanna Guiñazú, Reflexiones en torno a la responsabilidad civil…
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tabletas, etc.) que vehículos?” contestaríamos con un “quizás, sí”. En todo caso, la
cuasi afirmación revela una contradicción de términos: los esfuerzos teóricos en pos
de analizar, hasta su médula, a los rodados y a lo que estos nos pueden generar
siguen siendo, como aportes jurídicos, mayores a los que se dedican a interpretar (e
interpelar) los efectos dañosos que la tecnología produce en la gente7.
Una tradición que nos viene, como toda tradición, del pasado… Es cierto, nues-
tra tradición jurídica velezana se enmarca en un cuadro de situación amoldado a sus
tiempos. Es decir, un sistema legal individualista y liberal, pues era el modelo iusfilo-
sófico imperante en el siglo XIX (Ubiría, 2015): egoísta y, por tanto, calificable como
mínimo, lo cual chocaba frontalmente con un sistema que exigía, cada vez más, un
sistema que valore la “dignidad de la persona humana”.
Como vemos, los cambios sociales experimentan transformaciones que no
obedecen a una lógica actual, pues se desprenden de una hermenéutica pensada y
valorada para tiempos sociales ya superados. La otra gran pregunta sería saber ¿ha-
cia dónde nos conduce la tecnología?, una pregunta que se formula Thomas P.
Keenan (2017) –investigador del Instituto de Defensa y Estudios Exteriores cana-
diense– quien, citando a Michael Chazan (2012), va hacia el pasado, concretamente
a los estudios antropológicos que este último hiciera del homínido humano, en parti-
cular hacia las habilidades de este, como la cualidad única de haber domesticado el
fuego, lo que lo situó en la cima de todas las especies. Trazando un paralelismo con
los tiempos disruptivos actuales, a su entender estaríamos en los comienzos de una
segunda domesticación del fuego, de la cual se ignora aún su directriz, campo de
acción y alternativas. Lo que deriva en incertidumbre.
Tanta incertidumbre impone la posibilidad de “quemarnos los dedos” (Kennan,
2017). Por más que queramos respetar nuestras tradiciones, pensar como nuestros
antepasados podría ser nuestro peor error, aunque nos parezca más humano y bene-
volente. Pero ni el progreso que ya está ni el futuro que empieza mañana tendrá be-
nevolencia. Habrá transformaciones. Las vemos nítidamente en los paradigmas que
ya llegaron. Hablamos de cosas que antes ni se soñaba hablar y ahora están en nues-
tras vidas de manera inquietante y cotidiana. Las palabras Internet, wifi, dispositivo,
conectividad, redes, datos, reemplazaron otras tales como plazas, recreación, diario,
revista, televisor, etcétera.
Por otra parte, la Revolución Industrial 4.0 se asienta sobre un crecimiento ex-
ponencial de las capacidades de tratamiento de información, que permite generar per-
files de consumo –o de cualquier otro tipo– y modelos predictivos extremadamente
precisos. La aplicación de esta tecnología, en muchos casos, podría resultar violatoria
de la intimidad y la privacidad de las personas8. Las transformaciones a las que
7 Quizás porque el derecho tiene mucho de tradición, y esta es la palabra “prohibida” en un trabajo
como el presente.
8 El “big data” –tratamiento masivo de una gran cantidad de información, de distintas fuentes–, la
“Internet de las cosas” (IoT, por sus siglas en inglés) –que permite que la información sea producida
y/o transmitida por elementos que hasta hace un tiempo parecían absolutamente inertes, como una
cafetera– y los servicios de videovigilancia masiva con reconocimiento facial y de voz generan grandes
desafíos desde el punto de vista de la privacidad. Se trata de tecnología que está tanto al alcance de
particulares como de los gobiernos, y que si no es utilizada con razonabilidad, puede afectar grave-
mente la intimidad que, en nuestro país, tiene protección constitucional expresa desde 1853 (art. 19),
y fue reforzada en el año 1994 con la inclusión del hábeas data en el art. 43.

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