El problema ecológico: Una cuestión de justicia

AutorJoan Carrera
CargoLicenciado en medicina y doctor en teología.- Profesor de Moral Fundamental en la Facultad de Teología de Catalunya.
No necesitamos un "apartheid" en la adaptación al cambio climático

En un mundo1tan dividido por las desigualdades en términos de riquezas y oportunidades, es fácil olvidar que formamos parte de una comunidad humana. Mientras vemos los primeros efectos del cambio climático en diversos lugares del mundo, cada uno de nosotros debe reflexionar sobre lo que significa formar parte de esta familia. Quizás podemos empezar por reflexionar sobre lo inadecuado del lenguaje. La palabra "adaptación" ya forma parte de la terminología propia del cambio climático. Pero, ¿qué significa adaptación? La respuesta varía según el lugar donde se haga la pregunta. Para la mayoría de las personas de los países desarrollados, hasta ahora la adaptación ha sido un proceso más bien indoloro. Gracias a sistemas de calefacción y refrigeración, podemos adaptarnos fácilmente a temperaturas extremas sólo con subir o bajar el termostato. Ante la amenaza de inundaciones, los gobiernos pueden proteger a los habitantes de Londres, Los Ángeles y Tokio con sofisticados sistemas de defensa climática. En algunos países, el cambio climático incluso ha ocasionado efectos benignos, como la extensión de las temporadas agrícolas. Ahora, por el contrario, consideremos lo que significa adaptación en los países más pobres y vulnerables del mundo, donde 2.600 millones de personas viven con menos de 2 dólares estadounidenses al día. ¿Cómo puede una agricultora pobre de Malawi adaptarse al cambio climático cuando las frecuentes sequías y la falta de lluvia merman la producción? Quizás tendrá que reducir la calidad de la nutrición de su familia o sacar a sus hijos o hijas de la escuela. ¿Cómo puede una persona que vive en un barrio marginal de Manila o Port-au-Prince protegido sólo con planchas plásticas y metálicas adaptarse a la amenaza que presentan ciclones cada vez más intensos? ¿Cómo pueden las personas que viven en los grandes deltas del Ganges o el Mekong adaptarse al anegamiento de sus viviendas y tierras? La adaptación se ha convertido en un eufemismo de injusticia social a nivel mundial.Mientras los ciudadanos del mundo desarrollado están a salvo, los pobres, vulnerables y hambrientos, están expuestos cada día de su vida a la dura realidad del cambio climático. Para decirlo sin rodeos, las personas pobres del mundo están sufriendo los daños de un problema que no crearon (...).

Esto me lleva a convocar a los líderes del mundo desarrollado a que incorporen la adaptación al cambio climático en las prioridades de la lucha internacional contra la pobreza, y a que lo hagan antes de que sea demasiado tarde.

Desmond Tutu Arzobispo emérito de Ciudad de El Cabo.

Este Cuaderno es un conjunto de reflexiones en torno del Informe sobre el desarrollo humano 2007-2008 del PNUD2 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y del IV Informe de l’IPCC3 (Grupo de Trabajo Intergubernamental para el Cambio Climático)

1. Introducción

El gran reto del siglo XXI será hacer frente al problema del cambio climático para asegurar la vida humana en nuestro planeta durante los próximos siglos. Como veremos, este reto engloba otros muchos que dependen intrínsecamente de éste. La humanidad jamás ha tenido tanta conciencia de un problema como el que hoy día hace frente: multitud de informes lo advierten y ya casi no lo cuestiona: nadie mínimamente serio. Aunque se mantienen muchas incertidumbres, ya que se trabaja siempre sobre probabilidades, hoy en día ningún experto en clima cuestiona la existencia de un cambio climático.

1.1. Un problema con muchos actores

A pesar de todos estos informes, aún no se tiene suficiente conciencia de la gravedad del problema ni de la necesidad de aplicar una solución urgente e inmediata. En el ámbito de la opinión pública prevalece una sensación de que todo se arreglará en el futuro, y que la misma tecnología nos proporcionará las soluciones que necesitamos. Ayudan a este escepticismo una serie de voces presentes en los medios de comunicación que se aprovechan de las incertidumbres de las predicciones. Sin negar que hay posiciones catastrofistas sobre el cambio climático que ayudan poco a un debate sereno, nos tendríamos que preguntar qué intereses (económicos, políticos…)hay detrás de este escepticismo. La afirmación del cambio climático y de sus consecuencias conduce, inevitablemente, a un replanteamiento del modelo energético actual, muy ligado también a una determinada forma de concebir el desarrollo humano. Y, como ya sabemos, en el modelo energético actual hay muchos intereses económicos en juego.

La constatación del cambio climático también plantea la pregunta sobre quién ha contribuido en mayor medida a provocarlo. No nos tiene que extrañar, pues, que los informes pidan responsabilidades («que respondan de manera efectiva») a los países más ricos por haber contribuido de una manera más notable, a la vez que se les pide que ayuden económicamente a aquellos otros que han sufrido y sufren las consecuencias. Así pues, los datos del cambio climático son un toque de atención a un sistema económico hegemónico, recordando que éste no ha logrado un orden planetario justo. Este sistema ha sido depredador sobre la naturaleza y, a su vez, sobre la vida de millones de personas que dependen de sus recursos.

También hay que reconocer la dificultad de ver qué intereses ocultos puede haber detrás del consenso actual de la comunidad científica mundial (consenso, ciertamente, muy reciente) al afirmar el hecho del cambio climático y sus consecuencias. Hay que prestar atención a las medidas concretas propuestas en los estudios para mitigarlo y ver a qué determinados intereses (de países, de sectores productivos...) acabará beneficiando la nueva situación.

1.2. Tenemos medios para hacer frente al problema, pero… ¿lo queremos?

Ante un problema de alcance mundial, la humanidad jamás había tenido tantos medios técnicos a su alcance para hacerle frente. Pero esta posibilidad se ve poco aprovechada por una mentalidad general que no advierte su urgencia. Esta mentalidad está particularmente extendida entre los habitantes de los países occidentales, donde aún no se aprecian (ni se prevén a corto plazo) efectos que alteren nuestra vida diaria. Más aún: lo que vemos que sí puede afectar a nuestro bienestar (entendiendo por nuestro el de los países más desarrollados) son las medidas de reducción del crecimiento económico que se proponen para frenar el cambio climático. En cambio, donde realmente ya son perceptibles los riesgos inmediatos es en los países más pobres, mucho más vulnerables a los pequeños y grandes cambios en la climatología.

Por lo tanto, aquello que es una amenaza difusa para los países ricos, es ya una realidad para los países pobres. Como indica el Informe del PNUD 2007-2008, tenemos ante nosotros una doble amenaza. La primera es inmediata, no es ninguna hipótesis de futuro, afecta ya el desarrollo humano y lo está empezando a sufrir la población más pobre del planeta. La segunda se encuentra en el futuro, y afectará a toda la población. Sin embargo, las incertidumbres se deben al hecho de no poder precisar ni la velocidad del calentamiento del planeta ni el alcance del impacto real que tendrá.

1.3. Se requieren medidas políticas

Esta conciencia de la existencia del cambio climático aún se encuentra muy lejos de traducirse en medidas políticas apropiadas, ya que requieren una solidaridad entre los países ricos y los más pobres. En palabras del Informe Stern4: «Las acciones emprendidas por los países a título individual no son suficientes. Cada país, por muy grande que sea, es sólo parte del problema. Es fundamental crear una visión internacional compartida de los objetivos a largo plazo y construir marcos internacionales que ayuden a cada país a desempeñar el papel que le corresponde en los esfuerzos por lograr estos objetivos comunes

2. El informe del PNUD

El núcleo...

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