Pole en Malba, genio y figura

Artista inconfundible por su obra y su histriónica presencia, Rogelio Polesello creció con la abstracción geométrica en esa fragua que fue la relación de diseño, arte e industria a fines de los años 50, con las bienales de IKA (Industrias Kaiser Argentina) en la motorizada Córdoba de las campanas. Se formó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y se graduó de profesor de dibujo, grabado y escultura en la Prilidiano Pueyrredón. Pero su primera oportunidad llegó en una agencia de publicidad, como sucedió con Macció y Distéfano, militantes en sus albores de ese lenguaje de fronteras porosas que, de alguna manera, está en la matriz de sus obras.

La muestra del Malba era la culminación de una carrera acompañada por el éxito en todos los frentes. Polevendía bien, tenía su clientela que lo seguía como a un gurú y en los últimos años tuvo la suerte de asistir a la revalorización de su obra temprana y de sus acrílicos, soporte que la industria puso en su manos y él supo hacer brillar. El acrílico resultó la materia de una obra única, asociada con los juegos infantiles y con cierta caprichosa actitud de un voyeur trasnochado.

Pole fue uno de los muchachos de la generación del Di Tella. En la manzana loca estaba la energía... pero no terminaba...

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