Los platos rotos del profesor Kicillof

Noche de nervios en Tecnópolis. "¡Pero, Héctor! ¿Vos la leíste bien?" Faltaban pocos minutos para que empezara la última celebración por el Día de la Industria y, en el VIP, desparramaba todo su entusiasmo por la ley de abastecimiento. Había poco tiempo, pero le alcanzaba para discutir, vieja destreza del economista, con Héctor Méndez, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), que se había acercado a plantearle algunas objeciones sobre la medida.Fue hace dos miércoles en Villa Martelli. Méndez venía de deliberar internamente en la UIA sobre la conveniencia de estar o no en ese encuentro, y su decisión de ir ofuscó a varios dueños de grandes compañías, todos ellos convencidos de que ningún empresario tendría allí nada que hacer mientras se impulsara ese proyecto al que atribuyen un sesgo bolivariano. "Axel, yo tengo que ser un digno defensor del sector que represento -empezó, con tono aplacado-. Pero si no estuviera realmente convencido de lo que te estoy diciendo, debería renunciar. Y ahora pienso que esto no solamente es malo para la industria, sino también para el país."Kicillof casi no lo escuchó. Méndez fue entonces a sentarse a la mesa, seguro de algo que hasta ese momento no había tenido del todo claro: el verdadero demiurgo y redactor de la ley de abastecimiento no era Augusto Costa, secretario de Comercio, sino el propio ministro de Economía. Sólo la vehemencia lo delataba. Una certeza tardía de la que el kirchnerismo había ya tomado nota, consciente además de que, guste o no, ninguno está en condiciones de oponerse al liderazgo del catedrático de la UBA.Diana Conti suele ser una transmisora cabal de lo que ocurre en las profundidades del kirchnerismo, rasgo que obliga a prestarles atención a todas sus lealtades u obediencias. El miércoles, durante el debate en la Cámara de Diputados, exhortó a cambiarle el nombre a "la ley que todos llaman de abastecimiento". Su explicación no pudo ser más elocuente: "Ayer el ministro de Economía nos decía: «Empecemos a llamarla con el título que tiene la ley que estamos tratando»: es la regulación de las relaciones...". Pero se detuvo: conocía la orden, no el modo de ejecutarla. A su izquierda, Juan Cabandié sopló el final de la frase, y ella continuó: "...de consumo y de producción, ¡gracias, Cabandié!".La hegemonía de Kicillof es una de las novedades del kirchnerismo postrero y, tal vez, la peor noticia que puede haber recibido el peronismo que se imagina continuador del proyecto. Ya casi a ningún...

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