El peligro de los gobiernos autoritarios

Hitler

Nadie duda hoy de que el stalisimo, el nazismo y el fascismo fueron regímenes autoritarios (en rigor, los dos primeros fueron específicamente totalitarios, por su "vocación universal", aunque la distinción sea sólo una cuestión de grados y posibilidades), pero la realidad a veces torna difícil atribuir esa categoría a gobiernos actuales.

Los tres ejemplos clásicos reúnen las siguientes características salientes: un origen asociado al caos (crisis económica, desempleo, inflación, descomposición política), un líder carismático rodeado de un aura de infalibilidad, la organización tipo "aros de cebolla" del aparato político (en cuyo centro está el líder), el uso de la propaganda (repleta de ficciones, mentiras, medias verdades y nociones exageradas, dando mensajes que son, a la vez, afirmados y contradichos por distintos niveles dentro del movimiento), la exaltación del fanatismo combinada con la credulidad de los simpatizantes, la cooptación de las instituciones mediante la "transformación del Estado", y el "racionalismo binario" que rechaza toda neutralidad (todo el que no esté incluido está excluido, todo el que no está conmigo está contra mí), y por supuesto, la anomia y el uso de la violencia, tanto discursiva, como simbólica y, de ser necesario, física.

Los gobernantes autoritarios, como cualquiera, también tienen que encontrar su propio "estilo" , su "esencia". En los ejemplos, el primero lo asentó en la destrucción de la propiedad privada, el segundo en el antisemitismo genocida y el tercero en la exaltación del nacionalismo centralizado, pero todos, en mayor o menor medida, reúnen estas notas: el culto a la personalidad del líder ("El padrecito de los pueblos", el Führer y el Duce), practicar la identificación de un enemigo dentro de sus sociedades, apelar al uso de la propaganda, limitar los derechos (en especial los vinculados con la libertad de prensa) y utilizar el aparato organizado del poder estatal -incluido el judicial, cada uno a su manera- para investigar, perseguir, hostigar, amedrentar y castigar a sus opositores políticos.

Pese a los ejemplos que ofrece la historia , la dificultad para advertir cuándo estamos frente a un gobierno autoritario (hacia adentro de sus fronteras, hacia afuera, o en ambos sentidos) sigue siendo actual, y está dada por varias circunstancias.

La primera es el fenómeno denominado shifting baselines o "puntos de referencia cambiantes", que explica que en la vida diaria los cambios sociales...

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