Hoy ya podemos pelearnos con los textos de Platón y Aristóteles

AutorLeonardo Moledo - Nicolás Olszevicki

Los senderos metafísicos, cosmológicos y éticos en que se internaron decididamente los presocráticos, Platón, Aristóteles y sus posteriores interpretadores sentaron las bases del pensamiento occidental en general. ¿Cómo fue este proceso? ¿Qué tiene para decirnos hoy la filosofía antigua? ¿Por qué es necesario estudiarla? María Isabel Santa Cruz, directora del Instituto de Filosofía y profesora titular consulta de Filosofía Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, se ocupa de explicarlo.

–¿Cuál es su tema de trabajo en filosofía?

–Bueno, he transitado por muchos temas. Actualmente, sin embargo, me focalizo en la tradición platónica; más particularmente, en el neoplatonismo y, más particularmente todavía, en Plotino, que es el autor sobre el que hice mi tesis doctoral hace ya muchos años. Yo dirijo un equipo de investigación (integrado por becandos, doctorandos) y que está estudiando una serie de temas que confluyen en uno, al que titulamos: “Causa y explicación en la tradición antigua”. Fundamentalmente, se orienta hacia Platón, Aristóteles y Plotino, con la idea de detectar las estrategias interpretativas puestas en juego por los antiguos cuando leen a sus predecesores o a sus contemporáneos. Esta es una línea básica, que siguen nuestros proyectos desde hace ya bastantes años: cómo leyó Aristóteles a Platón, por ejemplo.

–El problema de la lectura, que no es una cosa menor. Quien lee frecuentemente está también escribiendo.

–Exactamente, porque quien lee puede modificar aquello que lee. Entonces debemos preguntarnos hasta qué punto se produce una distorsión por parte del intérprete sobre el texto del interpretado y hasta qué punto la lectura de sus sucesores inmediatos o no tan inmediatos enriquece nuestra propia posibilidad de interpretación.

–Hay un dicho famoso que asegura que cuando se discute algo, siempre están discutiendo, en realidad, Platón y Aristóteles por encima de las cabezas de los que arguyen. Borges leía el poema de Keats “El ruiseñor” y evocaba una discusión que se dio entre los críticos de la época (la de si Keats se refería a un ruiseñor en particular o a la especie de los ruiseñores) diciendo que, en el centro del conflicto, estaban Platón y Aristóteles: el que creía que el ruiseñor era un arquetipo de la especie, era platónico; el que lo consideraba un individuo particular, era aristotélico. ¿Es verdad todo esto? Y, por otra parte, ¿por qué nos importa hoy en día la filosofía antigua?

–Bueno, eso último es un pequeño problema. Respecto de la primera cuestión, decir que Platón y Aristóteles zumban sobre nuestras cabezas genera un malentendido, porque el Platón que recibió Occidente no es el verdadero Platón, sino el Platón tamizado por la tradición neoplatónica (fundamentalmente, por Plotino). Todo el Platón que influyó en la filosofía occidental fue el platón neoplatónico. A tal punto que, hasta el siglo XIX, no se distinguía al Platón original de la tradición que lo continuó y lo resignificó. De manera que en realidad, los que están discutiendo no son Platón y Aristóteles sino dos tradiciones: los antiguos nos han llegado filtrados por la interpretación. El...

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