La palabra empeñada

Desde que el grupo radicalizado Hamas se hizo cargo de la Franja de Gaza, en 2006, la otra porción de Palestina, enclavada en Ramallah, insiste en la única solución convincente para el conflicto de Medio Oriente: la demorada creación de su propio Estado. Eso no significa cosechar sólo reconocimientos, como el anunciado ayer por el canciller Héctor Timerman cual confirmación de la palabra empeñada por Cristina Kirchner frente al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, y en sintonía con el anuncio del viernes del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, sino, también, lograr que la comunidad internacional acepte la potestad de ese Estado en la Ribera Occidental (Cisjordania), la Franja de Gaza y Jerusalén oriental.Existe un problema: medio millón de israelíes vive en esas áreas. Existe otro problema: así como Abbas pide el reconocimiento del Estado palestino en ciernes, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha condicionado esa posibilidad a la aceptación de su país como "el Estado de los judíos", de modo de equiparar "un Estado nacional judío" con "un Estado nacional palestino".Es la premisa de Israel para enhebrar un principio de acuerdo. Abbas se rehúsa a aceptarlo. Lo animan ahora, en su proyección internacional, el estancamiento del proceso de paz, la falta de una hoja de ruta confiable, el aislamiento de Israel, su fragmentación política y la popularidad que ha ganado en el mundo la causa palestina, no así Hamas ni su padrino, Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, temerario con eso de "borrar del mapa" a Israel.Yasser Arafat pudo haber concretado la creación del Estado palestino antes de verse cercado por Israel, los...

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