País federal o país feudal

AutorMirador Nacional Revista Científica

El doble discurso oficial sobre el federalismo ha quedado de manifiesto una y otra vez en los últimos años, y con mayor evidencia tras la irrupción del debate en torno de las retenciones a las exportaciones del agro. En más de una ocasión, representantes del gobierno kirchnerista proclamaron la necesidad de un país cada vez más federal; sin embargo, la relación entre el poder central y las provincias sigue estando signada hoy por intentos de cooptación desde el Poder Ejecutivo nacional antes que por la búsqueda de consensos.

Nunca en la historia del país existió una concentración de recursos económicos en las manos de un primer mandatario tan grande como en la actualidad. La presidenta Cristina Kirchner controla más del 70 por ciento del total de lo recaudado por el Estado nacional.

El debate acerca de la coparticipación sigue pendiente desde la reforma constitucional de 1994, que preveía una nueva discusión de ese reparto dentro de un plazo de dos años desde su sanción. Ello nunca ocurrió y siguen existiendo problemas de asimetrías con respecto a los aportes, los esfuerzos recaudatorios y la situación social de cada provincia.

Pero la discusión más imperiosa de la coparticipación no pasa hoy por cómo distribuir los recursos entre las provincias, sino la coparticipación primaria, que es la que determina cuánto de lo recaudado corresponde a la Nación y cuánto a las provincias.

Esta situación de indefinición es producto de la crisis de 2001, a partir de la cual se generaron dos cargas impositivas que no son coparticipables, como el impuesto al cheque y la reintroducción de las retenciones a las exportaciones en la Argentina.

Pocas veces quedó más claramente en evidencia la falacia de este esquema tributario como en las últimas semanas, cuando los gobernadores de la mayoría de las provincias debieron enfrentar a indignados comprovincianos que reclamaban por el incremento por parte del Estado nacional de un impuesto del cual las provincias no perciben un solo peso. Esta concentración centralizada y arbitraria de recursos pone a los mandatarios provinciales en la situación de tener que mendigar a la Casa Rosada por recursos recaudados en sus propios distritos por la producción que allí se genera. La dependencia política implícita resulta evidente.

En definitiva, se quiebra el verdadero sentido federal de la República Argentina, para tornarlo en un país unitario. Lo más grave y contradictorio es que, siendo de hecho un país unitario...

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