El Pacto Social

AutorCarlos Tomada
CargoMinistro de Trabajo de la Nación
I ¿Considera al diálogo social como una herramienta esencial para el logro de una sociedad más equitativa?

Sí, indudablemente. En las democracias europeas, que son las que han desarrollado sistemas más consolidados en la materia, la participación de las organizaciones representativas de intereses económicos y sociales en la formación de las decisiones más relevantes en materia de política económico-social, es un instrumento que responde a tres desafíos: la consolidación democrática, el desarrollo económico y la inclusión social. Como ya señalara Víctor Tockman, un experto en políticas laborales y de empleo con larga trayectoria en la Organización Internacional del Trabajo, hay al menos dos razones para justificar el diálogo social. Primero, el diálogo social es, a la vez, un medio y un fin. Es un medio, porque es un mecanismo que permite y obliga a todos los actores sociales a tomar posición frente a los temas centrales del país. De no haber diálogo social, evidentemente, las decisiones se adoptan, pero se ignora muchas veces donde se ubican los partícipes sociales. Es un fin, porque la mayor participación es, quizá, el instrumento más idóneo para asegurar una mayor equidad en la distribución de los beneficios que se generan como resultado del proceso de diálogo.

Por otra parte, desde el año 2003, el Gobierno nacional ha puesto al trabajo decente en el centro de las políticas económicas, laborales y sociales, entendiendo además que el empleo es indudablemente el mejor instrumento de combate a la pobreza y el mejor camino hacia una sociedad más justa. Este argumento fue impulsado por Argentina y dio formato al lema y al espíritu de la Cumbre de las Américas celebrada en el año 2005 en Mar del Plata.

El compromiso de los actores sociales elevan las políticas de empleo y laborales a políticas de Estado, le otorgan legitimidad social a través de un proceso de participación de dichos interlocutores sociales en el proceso de definición y formulación de las propias políticas. O sea, que políticas que son redistributivas "per se" adquieren mayor institucionalidad y por lo tanto son efectivamente una herramienta esencial para un horizonte de mayor equidad.

Por otra parte, la negociación colectiva es diálogo social en un sentido amplio y una excelente herramienta para compatibilizar productividad y mejoras salariales. Nuestro país tiene una gran "ventaja comparativa" en la región en la dinámica de este instituto: hoy se ha revertido la tendencia noventista en la negociación que implicaba una hegemonía del nivel de empresa y un alto porcentaje de contenidos de flexibilidad, así como menor cobertura de los convenios firmados, fortaleciendo la imagen que algunos dieron en llamar del "dos a uno" (Estado/empresarios vis a vis los sindicatos), marco que invalidaba y deslegitimaba la concertación social.

II ¿Qué rol...

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