Pánico en la tierra de nadie

más cercano estaba habitado por personas paralizadas por un temor que calaba hasta los huesos. En esa tierra de nadie, y de cualquiera, el Estado era la ausencia más visible.La Policía Federal se resiste a ir más allá de una estricta orden política y judicial. El ministro de Justicia, Julio Alak, dispuso ayer el relevo de oficiales de esa policía sin conocer antes un peritaje médico y judicial sobre las circunstancias y las balas que quitaron la vida a dos personas. Anoche, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, declaró que la Policía Federal no reprimiría. ¿No reprimiría cuando las armas de fuego se ven hasta en las fotos periodísticas? ¿No, cuando sólo depende de la suerte que esos tiros al voleo no terminen con más vidas?La Policía Metropolitana es, hoy por hoy, una fuerza vecinal que sólo puede servir para arrestar a algunos rateros de mala muerte o para mediar en una pelea entre vecinas. Tiene más armas con balas de goma que de fuego; carece, además, del equipamiento de una fuerza de infantería: cascos, escudos, camiones hidrantes y uniformes suficientes pertrechados. Es más lo que no tiene que lo que tiene. Sus efectivos se paseaban ayer en sus automóviles entre los disturbios con el pánico que compartían con los históricos vecinos del lugar.La causa judicial pasó ayer del fuero correccional al penal y del penal al correccional. Un juez ordenaba una cordial mediación del gobierno porteño y la provisión de baños y vituallas a los ocupantes, mientras otra jueza mandaba a desalojar el predio. Una tercera jueza se declaró incompetente. Nada. Todas las decisiones judiciales terminaban en la absoluta impotencia. El gobierno nacional había decidido durante todo el día de ayer ser espectador de un drama que podría imputarle a su temido enemigo electoral, Mauricio Macri.Fuentes oficiales señalaron anoche que calculaban que ya había en Villa Soldati unas 3000 personas que llegaban sin parar. Pedían un terreno, una vivienda, un subsidio y un trabajo a cambio de pacificar la situación. Nadie podía darles tanto. Era imposible satisfacerlos por los límites económicos del Estado porteño; en la administración de Macri no querían tampoco crear un peligroso precedente. "Terminaremos resolviendo el problema social del país...

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