La obsesión del poeta

No puedo dejar de pensar en Fogwill. No quiero dejar de pensar en Fogwill. Por otro lado, aunque quisiera, no podría dejar de hacerlo: delante de mí, en el escritorio de la redacción en el que escribo estas líneas, tengo una foto de él que me acompaña, como una especie de mandato de estilo; un mandato que, por supuesto, no podría cumplir. Es una suerte que, cuando le sacaron esa foto, Fogwill no mirara al objetivo de la cámara: el retrato es ahora una especie de ¾ perfil, lo que me exime de que ese mandato -la mirada a los ojos- se volviera intolerable.

Claro que él no era periodista. Pero después de todo cualquier prosista inteligente es un buen periodista. Y Fogwill, cuando se implicó en los diarios y revistas, fue el mejor de todos. Todo poeta inteligente, además, es un buen prosista.

No quiero dejar de pensar en Fogwill y volví a pensar en él porque la obra del poeta salió entera. Su Poesía completa (Alfaguara) empieza antes del Fogwill conocido de los relatos y las novelas y termina después de ellos. Es el fondo del que salió todo, la matriz verbal. En el primer Fogwill, el de El efecto de realidad y Las horas de citar, está todo Fogwill. "Apenas pasa el Will/ persiguiendo a la Fog/ del mar enriquecida por un nombre/ de siete letras". Entre otras cosas que compartí con Fogwill se cuenta el apellido de siete letras.

Hace unas semanas pasé en una clase una grabación de Fogwill leyendo. Un alumno dijo: "Pensé que tenía voz de reventado". Nada más lejos del reviente en la voz y en los hechos. Fogwill era refinado aun en la procacidad. En la voz de barítono, también. Pero la regla no se mantiene: no toda voz inteligente convierte a alguien en un buen poeta. Y Fogwill era, antes que nada y después de todo, poeta. Le pedí una vez que me explicara su poema "Contra el cristal de la pecera de acuario" (¡como si el poema no se explicara a sí mismo!). Me dijo: "La lucha del hombre contra la música de la memoria". Se entiende: la memoria era lo conocido. Fogwill buscaba una música nueva. La encontró.

Sus conocimientos eran variadísimos, de los autos a la filosofía, pero esos conocimientos fueron adquiridos con un único fin desmedido: entender el mundo...

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