Nostalgias de un tesoro de juventud

Vivir sereno en la desesperación no es sencillo. Un día llegó un amigo entre resignado y apenado con una noticia muy mala. Sentí un escalofrío en la nuca. Más tarde alguien me comentó que transitaba por una situación similar. Sufrí por él, aunque no lo conocía tanto. Es que por todo ese asunto del karma pienso que hay que evitar regocijarse con la tragedia ajena cuando algo tan delicado está en juego.

Nada de eso funcionó. Hace un tiempo me tocó a mí. La trinchera de cajitas de plástico y cintas, con cartones escritos "artísticamente" con birome y que había mantenido no sin poco esfuerzo inexpugnable, terminó cayendo vencida. No hubo forma de defenderlas más. En un recuerdo borroso, las veo irse en varias bolsas de consorcio hacia un destino incierto y desalmado. Un cementerio de objetos inservibles donde, supongo, profanarían sus secretos más íntimos y descubrirían el pathos psicológico de alguien un tanto desordenado pero amante de "ese" tipo de "cosas" inservibles.

Con pesar admito (hasta ahora me daba vergüenza) que tuve que desprenderme de cientos de cassettes que atesoraba como una clave de otros tiempos. El nulo uso que había hecho de ellos en la última década y media tampoco ayudó para defenderlos, sumado ese hecho a un hogar que revienta de "otras" cosas importantes. No he sido cobarde (esta vez). Intenté conservarlos con valentía (esta vez). Logré llegar más lejos que algunos de mis compinches de pelea.

Xmal-Deuschland (rememoro cuando lo puse en su féretro), The Cure (con lamentos inéditos de Robert Smith), And Also The Trees (todos), marchas regionales alemanas e italianas; mucha música francesa, Bauhaus (la mayoría), una treintena de demos de ignotas y excelentes bandas nacionales; Residents (los cassettes originales) y Van der Graff Generator, Suicide y The Swans; The Mission; The Smiths y Nick Cave and The Bad Seeds (de recitales inconseguibles), mucho tango (con Edmundo Rivero y Angelito Vargas como insignes); Leonardo Favio, Elvis Presley (colección completa) y hasta uno de Cacho Castaña fueron a parar a la calle.

Había tanto y de tantos artistas que hoy se me cae un lagrimón. "Sereno en la desesperación", recapitulo sobre la famosa regla de Thoreau, pero reconozco que no logré reponerme del todo. Tampoco pude nunca más recobrar ni una tercera parte de ese material en otros formatos. No sé si será una seña particular de estos tiempos, pero, en realidad, ya ni siquiera poseo un dispositivo decente para escuchar música...

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