Noche de gaitas, piscos y jam session

QUITO.- "Sin lugares no hay escena", escribía David Byrne en su libro Cómo funciona la música, refiriéndose a espacios emblemáticos de Nueva York como el CBGB. En Quito, sin El Pobre Diablo, la escena alternativa no habría encontrado su espacio.

Creado hace 25 años por Pepe Avilés, fotógrafo y melómano, el bar se convirtió en un bastión cultural: el lugar ideal para escuchar a los músicos quiteños, comer platos locales y disfrutar de las noches de jam session, donde los artistas visuales, la contracultura quiteña, la vanguardia jazzera y las bandas indie se pueden sentir como en casa.

Durante el Ecuador Jazz 2015, la noche casi finalizaba en el Pobre Diablo, porque una reglamentación impide vender alcohol hasta después de la medianoche y todos los locales cierran. Una tormenta vacía las calles del barrio La Floresta, pero dentro de Pobre Diablo el lugar revienta de un ambiente joven y bohemio.

En este bar, en el norte de la ciudad, los quiteños resisten a las reglamentaciones alargando la noche y escuchando al grupo Curupira de Colombia en vivo. Es una de esas noches febriles de jam, gaitas y pisco, dentro de la...

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