No Te Va a Gustar: historias de una banda ejemplar

MONTEVIDEO.- En una tarde montevideana de primavera, sobre el asiento frío y de piedra de un banco de plaza, Mateo Moreno nos habla de ese rock nuevo y en estado de ebullición que emergió en Uruguay en los primeros años del nuevo milenio. Clandestino, el primer álbum solista de Manu Chao de 1998, llegó a las costas charrúas con una potencia y un efecto particulares. Como si se tratara de una varita mágica, ese disco tenía la propiedad de transformar en músicos -o que al menos lo desearan- a una porción significativa de los jóvenes que lo escuchaban, que se dejaban atravesar por él. Así nacerían cientos de proyectos del otro lado del río y dos de ellos emergerían con decisión: La Vela Puerca y No Te Va Gustar.

Cuando Moreno compartió su observación con nosotros ya llevaba un tiempo lejos de No Te, como le dicen a la banda los seguidores más fieles. El bajista, uno de los fundadores de NTVG, se había propuesto bajarse de una montaña rusa que cada vez daba más vueltas. Y que lo hacía a mayor velocidad. Pero mientras en Montevideo el grupo en ese entonces integrado por siete uruguayos y un argentino ya gozaba de bastante popularidad, en Buenos Aires empezaba de cero. Tenía sólo dos discos editados: Este fuerte viento que sopla (el segundo, que acá salió primero) y Solo de noche.

Una escena digna de la beatlemania se dio en aquellos días en las canteras del Parque Rodó. La banda tuvo que cortar abruptamente su set en medio de un enorme festival que reunía todas las músicas uruguayas y que se llamaba La Fiesta Final. Una iniciativa de una radio muy popular a comienzos de los años 2000 que dejó varias ediciones memorables. "Se movía el escenario, se movía el mangrullo, había gente metida en el lago del parque. Tuvimos que dejar de tocar porque podía empeorarse la situación. Y mientras sucedía eso allá, veníamos a Buenos Aires a tocar para 100 personas", recuerda Emiliano Brancciari, la voz, la composición y el emblema de una banda que siempre hizo de la paciencia una de sus virtudes.

Ahora, pocos días después de la salida de Suenan las alarmas, su noveno álbum de estudio, la banda está a años luz de aquel inicio. Ya tocaron en el estadio de Vélez (2015), en el Único de La Plata (2014) y, el 9 de septiembre, presentarán su nueva obra en el Hipódromo de Palermo (una función confirmada, ¿una segunda por venir?). En una tarde de junio, a esa hora incierta en la que algunos apuran un primer trago y otros aún saborean su último café con leche, Emiliano...

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