De no creer. Y al final era el Frente de Todos contra Todos

El video más visto de la semana fue el del gato que cuelga del techo en un estadio de Miami; miles de personas contienen el aliento, temiendo lo peor. La historia termina bien: el gato cae, pero cuando está por estrellarse contra el piso lo atajan con una bandera desplegada. Visto con ojos argentinos, resulta una metáfora: ¿es el Presidente el que está a punto de precipitarse al vacío? ¿O es su vice? En realidad, es el Gobierno. Y no sabemos si lo espera una bandera.

Tampoco hay que dramatizar. El primero en comparar a los peronistas con los gatos fue Perón, al aludir a que lo que parecen peleas entre ellos son, en verdad, juegos amorosos tendientes a la procreación. No nos estamos matando, nos estamos reproduciendo, dijo el General, teoría biológica que retomaría, muchas décadas después, Vicky Tolosa. De la guerra entre Alberto y Cristina hay que esperar, pues, nuevos gatitos. Un primor cómo evoluciona la especie.

No solo la especie; la crisis avanza a un ritmo tan trepidante que las cosas se ponen viejas enseguida. El domingo, entre el festejo del estado mayor del kirchnerismo en La Plata, bailando y abrazándose felinamente, y el velatorio en el bunker de Chacarita (la locación anticipaba el resultado), pasaron cuatro horas. El domingo era el Frente de Todos; tres días después, de Todos contra Todos. El lunes, las acciones de Alberto cotizaban a precio de liquidación, el martes se calzó los guantes y el miércoles pidió que reabrieran el Luna Park. En las redes ya no saben ni siquiera cómo llamarlo: pasó de Albertítere a Albertitán, y para algunos su osadía lo convertirá, tarde o temprano, en Almuerto. Nunca un nombre ha sufrido tantas alteraciones, tremenda paradoja cuando para muchos ha pasado a ser un innombrable. Por eso la diputada Vallejos prefiere identificarlo por sus atributos.

Ajeno a esas nimiedades, él disfrutó de sus primeros días como presidente. ¿Los disfrutó realmente? Creo que sí; llamaba y le contestan, pedía un café y no se lo llevaban frío. Imaginemos las palpitaciones y el rubor adolescente al escribir aquel tuit: "La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido". Habrá vivido sensaciones nuevas. Fabiola empezó a preparar una ceremonia íntima para colgarle la banda. Él la paró: estaba con vértigo.

Cristina esta vez calculó mal: pensó que podía doblar a Alberto sin romperlo

Tanta autonomía de golpe puede perturbar a alguien genéticamente constituido para obedecer...

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