Cuando el mundo gira en torno a cinco chicos

Se hicieron esperar. Anteanoche, a la hora del debut, no repitieron la puntualidad británica de sus anteriores presentaciones de esta gira latinoamericana. Dejaron pasar 40 minutos de la hora original prevista (las 20) como si hubiesen querido dejar pasar el breve (y molesto) chaparrón que en un momento alimentó algunos temores sobre el desarrollo de un show que tenía en vilo a 50.000 personas, la inmensa mayoría de ellas adolescentes al borde del delirio. Ninguna se movió de su lugar, las nubes se alejaron y One Direction, a las 20.36 del sábado, inició una compacta actuación de exactos 90 minutos, inolvidable para quienes esperaron tanto tiempo por ver a sus ídolos.El quinteto es una maquinaria perfecta de organización, precisión escénica y carisma personal. Los cinco muchachos se mueven con una naturalidad tan extraordinaria que logra disimular uno de los propósitos buscados por los responsables de diseñar sus conciertos: que ninguno de ellos sobresalga por encima de los demás. Cada uno tiene su momento propio a partir de cualidades distintivas, pero al fin y al cabo lo que se impone es el conjunto. En los mejores momentos del concierto se impone la presencia grupal, la integración de los talentos individuales. Esto ocurre tanto en los temas más festivos ("Midnight Memories", "Rock Me", "Happily", "Live While We're Young", "Diana", "Better than Words") como en las instancias más intimistas ("Little Things", "Moments").Más allá del carisma y el talento para moverse ante una multitud desde el escenario (y especialmente a lo largo de la plataforma que culmina en un espacio dispuesto muy cerca del público ubicado en el campo), es...

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