Un modo de corregir, una forma de leer

Borges era más discreto que Pierre Menard. A diferencia de su personaje, que quemaba libretitas con las versiones fallidas de su Quijote imposible, el argentino fue dejando huellas muy tenues, casi invisibles, de sus correcciones. Claro que dar con esas huellas demanda una pericia que participa de la literatura, la investigación y la devoción por el autor. Germán Álvarez y Laura Rosato lo lograron. Encontraron, perdido entre las páginas del número 112 de Sur, un papelito con una anotación de Borges que cambia el final del cuento "Tema del traidor y del héroe", publicado en ese mismo número de la revista.En realidad, lo que hace Borges allí es agregar un párrafo que le da una vuelta de tuerca a todo el cuento y lo completa tal como lo conocemos ahora, lo vuelve acaso, más "borgeano". Textualmente: "En la obra de Nolan, los pasajes imitados de Shakespeare son los menos dramáticos; Ryan sospecha que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprende que él también forma parte de la trama de Nolan... Al cabo de tenaces cavilaciones, resuelve silenciar el descubrimiento. Publica un libro dedicado a la gloria del héroe; también eso, tal vez, ha sido previsto". Ese papelito, a su vez, no...

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