Los mil rostros del progresismo

Proteo era el anciano dios de los mares en la mitología griega. Podía transformarse en lo que él quería: león, serpiente, agua o fuego. Según los poetas Homero y Virgilio, predecía el futuro y revelaba secretos de los dioses. Con esos dones, Proteo se filtró en muchas escenas de la literatura de todos los tiempos. Aparece transmutado -no podía ser de otro modo- en el tercer episodio del Ulises de Joyce. Y también está en "El marciano", un conmovedor relato de Ray Bradbury que integra las famosas Crónicas marcianas . Y lo encontré -apenas reconocible- convertido en el fascinante Orlando, el protagonista de la novela del mismo nombre de Virginia Woolf, que a lo largo de cinco siglos es tanto un hombre como una mujer. Robert Graves se inspiró en la Odisea para escribir La guerra de Troya y lo incluyó en una escena breve, aunque lo llamó "rey marino y profeta". Eurípides se alejó del mito en su tragedia Helena : Proteo es el rey de Egipto que alberga a Helena, esposa de Menelao, mientras dura la Guerra de Troya. A este rey le dedica unos versos Jorge Luis Borges en El oro de los tigres : De Proteo el egipcio no te asombres/ Tú, que eres uno y eres muchos hombres.

Acá hay una clave: lo que es uno puede multiplicarse.

Porque el Proteo que yo convoco es argentino y tiene mil rostros: el progresismo. ¿Cómo es posible?, me pregunto con ánimo detectivesco, y al hacer mi pesquisa descubro que el progresismo es un concepto en dispersión y ya no tiene un sentido pleno que permita identificarlo con claridad. Flota en un mar opaco y está a la deriva. Y como cada nueva pieza vuelve a fragmentarse y a multiplicarse, el término quizá sufra una implosión, como los agujeros negros de Stephen Hawkins. Y adiós al progresismo.

El punto más salado del asunto es que el progresismo se volvió una representación política y una moda social. Y todo debido a la manipulación de su sentido ideológico y a la moral nómada que ya es típica de nuestros tiempos.

Veamos qué digo cuando hablo de representación política y de moda social.

Entre los intelectuales -uso la palabra con amplitud- existe un consenso no escrito por el que se define al progresismo con términos positivos, y con el mismo consenso se define con términos negativos todo lo que no sea progresista. Si los intelectuales se ubican a la izquierda, al centro, a la derecha; si fueron revolucionarios o anarquistas; si les cuesta llegar a fin de mes o son ricos, la mayoría se reconoce como un auténtico representante del...

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