Mensaje Pascual de los Obispos de la Patagonia
Autor | Mons. Virginio D. Bressanelli, obispo de Comodoro Rivadavia - Mons. Esteban M. Laxague, obispo de Viedma - Mons. Fernando C. Maletti, obispo de San Carlos de Bariloche; Mons. Marcelo A. Melani, obispo de Neuquén - Mons. Néstor H. Navarro, obispo del Alto Valle del Río Negro - Mons. Juan Carlos Romanín, obispo de Río Gallegos |
Cargo | Obispos de la Patagonia |
No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado ha resucitado” (Mc. 16,6).
Mensaje que está lejos de ser algo vacío, sin sentido, una frase más de las tantas que escuchamos diariamente. Mensaje lleno de verdad y de vida que surge de este gran acontecimiento: Aquél que apostó siempre por la vida, y que había sido vencido por la mentira, el odio, el egoísmo … ha resucitado y vive para siempre.
Este es la verdad que disipa todos nuestros miedos: CRISTO HA RESUCITADO, y en El queda definitivamente de manifiesto que la verdad triunfa, el amor vence el odio, la vida tiene la última palabra.
Como Obispos Argentinos ya decíamos en noviembre del 2008: “la nueva cuestión social abarca, tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia” (“Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad, nº 25).
En la región Patagónica, no es alentadora la perspectiva económica ya que se están acentuando nuevamente las carencias y muchos están quedando liberados a su propia suerte y sin protección, con todas las consecuencias que esto implica.
Como padres y hermanos que acompañamos a muchos en sus angustias y esperanzas, constatamos, por ejemplo, el fenómeno de “las usurpaciones” -que nadie puede justificar-, pero que todos estamos de acuerdo en afirmar que encierran el legítimo reclamo del derecho a la tierra y a la vivienda, que para muchos se vuelve inalcanzable.
En este momento de nuestra historia, donde crece la “exclusión” y “el sin sentido de la vida”, surgen muchos miedos que no ayudan a buscar caminos de solución a nuestros problemas.
Escuchando a muchos hermanos y hermanas...
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