Memorias desde la cárcel

En una celda en penumbras, el reo escribe sus memorias de la delincuencia. Émile Bouguier está acusado de haber instigado un crimen y una larga sucesión de robos lo han puesto una y otra vez entre rejas, pero el encierro vuelve a demostrar el fracaso de su afán aleccionador. Apenas deja la cárcel, el ladrón regresa al fango de los bajos fondos. En el último aislamiento, toma una decisión: escribe, y al hacerlo evoca cada uno de sus delitos con tanta vehemencia y detallismo que termina sintiendo que vuelve a cometerlos. Quizá la escritura ahuyente esos fantasmas.En los hospitales y las cárceles de fines del siglo XIX, enfermos y delincuentes escriben para aliviarse de las opresiones de la cárcel. Bouguier, sobre quien pesa la acusación de haber asesinado a una mujer, anota sus sentimientos en la estrecha celda de la prisión de Saint-Paul, en Lyon. Esos manuscritos, conservados en la biblioteca municipal de la pequeña ciudad francesa situada junto a los Alpes, están reunidos en veintiséis cuadernos de treinta y dos páginas; en cada portada, junto al número de la celda del recluso, una leyenda advierte: "No eliminar hojas ni destruir el cuaderno sin autorización al finalizarlo". La notación sugiere que los textos, garabateados en principio para aplacar el tedio o disipar el miedo durante el encierro extenuante, encontrarán sus primeros lectores entre los hombres de ciencia, que desean comprender los mecanismos de la conducta de los delincuentes.Hay algo que llama poderosamente la atención en las notas de Bouguier y es que desde temprano reflexiona sobre su escritura. "Encontraré ciertamente muchas faltas, ya sea de ortografía, ya sea de mi manera de escribir que no es muy clara ni precisa -observa en su entrada del 11 de febrero de 1899-. Debo lamentar hoy no haber conservado esa facilidad para expresar mis pensamientos que poseía en tan alto grado en mis años de clases".La mirada y aun el uso del lenguaje son los de un lector compulsivo, que cita de pronto a Victor Hugo, Lamartine y Chauteaubriand, los románticos franceses. Bouguier lee en la celda, en principio para entretenerse, ensayos históricos y novelas de aventuras. Esas lecturas dejan huella en su escritura, pero además moldean su modo de observar el mundo. Es notable el interés que demuestra en sus textos (y eso es lo que sedujo sin dudas a Philippe Artières, el historiador francés que cuenta este relato en su ensayo La experiencia escrita, editado por Ampersand), aunque los...

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