Masivo Vía Crucis del Papa contra la injusticia social

ROMA.- Los abusos, la , la indiferencia, la cultura de exclusión y descarte, la crisis económica, el desempleo, el dinero que gobierna en lugar del servicio público, la inseguridad, el abandono, las drogas, el alcohol. presidió ayer un Vía Crucis distinto, en el que se relacionó con los grandes sufrimientos e injusticias del siglo XXI.En una noche fría, en el Coliseo romano y ante el triple de personas que en años anteriores, el Papa siguió el rito de las 14 estaciones concentrado en la oración, desde una terraza situada en la colina del Palatino en lugar de llevar la cruz."En la cruz vemos la monstruosidad del hombre que se deja llevar por el mal", dijo Francisco al final de la sobrecogedora ceremonia, cuando también pidió recordar a los enfermos y a todas las personas "abandonadas bajo el peso de la cruz"."Jesús, enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón", exhortó el ex arzobispo de Buenos Aires, que llegó y se retiró del anfiteatro Flavio en su Ford Focus, entre los aplausos y vivas de la multitud.Escritas por monseñor Giancarlo Maria Bregantini, arzobispo de Campobasso-Bojano (sur de Italia) y conocido por sus denuncias contra la mafia, las meditaciones del Vía Crucis estuvieron en total sintonía con lo que predica Francisco, desde que asumió hace más de un año, contra las injusticias sociales y a favor de los más débiles.La cruz, símbolo del sufrimiento, fue llevada a través de las distintas estaciones por enfermos, ex reclusos, ancianos, una familia, dos personas sin techo, dos ex adictos, dos niños, dos religiosos.Cuando fue cargada, en la segunda estación, por un obrero y un empresario, la meditación denunció "el peso de todas las injusticias que causó la crisis económica", con sus graves consecuencias sociales: "Precariedad, desempleo, despidos; un dinero que gobierna en lugar de servir, la especulación financiera, el suicidio de empresarios, la corrupción y la usura, las empresas que abandonan el propio país".Al ser llevada la cruz por dos extranjeros, en cambio, hubo un exhorto a "no cerrar la puerta a quien llama a nuestra casa pidiendo asilo, dignidad y patria".En la cuarta estación, que evoca el momento en que Jesús se encuentra con su madre, la meditación destacó las lágrimas de todas las madres "por sus hijos lejanos, por los jóvenes condenados a muerte, asesinados o enviados a la guerra, especialmente por los niños soldados"...

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