Lorin Maazel: una batuta prodigiosa

El mes de julio ha sido nefasto con algunos grandes líderes sinfónicos. Ahora, el domingo, se acaba de apagar la vida de Lorin Maazel. El mismo día, exactamente 10 años antes, el 13 de julio de 2004, murió Carlos Kleiber. Y un 16 de julio, hace 25 años, el mundo perdió a Karajan. Los tres tuvieron la particularidad de crear adicción entre los oyentes. Al margen del disfrute de una conducción orquestal suntuosa e irrefutable, sus seguidores les habían otorgado un estatus de sabios residentes de la música por la riqueza de las enseñanzas que esparcían cuando levantaban la batuta.En una entrevista que en 1979 le hicieron a Joseph Losey, a raíz de su film Don Giovanni, el realizador dijo que había seguido fielmente las señales del camino marcado por Lorin Maazel en su versión de ese Mozart y que si hubiera elegido otra los resultados no habrían sido los mismos. En todo lo que dirigía, Maazel siempre dejaba su marca en el orillo. También la dejaba en las orquestas con las que le tocaba actuar. Cuando en 2005 fue convocado por el Palau de les Arts de Valencia para fabricar una orquesta, prácticamente se le pedía un milagro. Cuando la dejó en pleno funcionamiento, en 2011, el milagro estaba hecho, la orquesta era una de las mejores de Europa y varios grandes directores se peleaban por asumir su conducción.Había nacido en París en 1930. Es cierto que empezó temprano, ya que a los 9 años dirigió la orquesta del Festival de Nueva York y pronto fue llamado por Stokowsky para mostrarlo como revelación. Sin que transcurriera mucho tiempo, el intransigente Arturo Toscanini lo probó con la Filarmónica de Nueva York y la Sinfónica de Filadelfia. Pero a los 16 años Maazel se fue a Pittsburg a estudiar matemáticas y filosofía. Se salvó del...

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