Lecciones y oportunidades para la Argentina

Turbulencia en Latinoamérica.

Una mirada crítica del escenario político latinoamericano permite extraer algunas lecciones muy importantes para nuestro país. En primer lugar, estabilizar la economía (es decir, derrotar a la inflación), mantener un Banco Central independiente, fomentar el comercio exterior con una apertura inteligente y acuerdos bi y multilaterales, establecer un vínculo provechoso con los mercados de capitales y estimular incentivos correctos para la inversión privada constituye una agenda fundamental e inevitable para salir del estancamiento y revertir la patética reversión del proceso de desarrollo que padecemos desde hace décadas. Pero de ningún modo resulta suficiente para promover un modelo equitativo, sustentable y consistente con un paralelo fortalecimiento de las instituciones, las prácticas y la cultura democráticas.

Los cuatro países de la región que más y mejor habían avanzado con lo que a comienzos de la década de 1990 se denominó el "Consenso de Washington" -México, Perú, Colombia y Chile- experimentan profundas turbulencias políticas y sociales que amenazan esos aparentes "consensos" promercado y ponen de manifiesto las evidentes limitaciones de lo que para muchos sectores sigue siendo "hacer las cosas bien". Esto no implica menospreciar sus logros, incluyendo una mejora notable en los índices de pobreza y, con menos intensidad, en los de equidad. Pero estos objetivos, indispensables, no garantizan por sí mismos la existencia de mecanismos de movilidad social ascendente para romper "techos de cristal" establecidos para consolidar jerarquías o sistemas de privilegios ni para compensar largas décadas de desigualdad, injusticias, privaciones y discriminaciones. La "mano invisible del mercado" hace mucho, pero de ningún modo todo. Pregunta incómoda: ¿fueron las respectivas elites lo suficientemente flexibles, generosas y previsoras como para ceder a tiempo y evitar estos potenciales descalabros?

Mirando históricamente no solo la región, sino también el mundo desarrollado, es obvio que la "mano visible del Estado", por su parte, resulta fundamental para la calidad y la cobertura (universalización efectiva) de los bienes públicos esenciales (seguridad, educación, salud, infraestructura básica, justicia y cuidado del medio ambiente). Si el Estado los provee de manera ineficiente, con limitaciones territoriales o, mucho peor, si fracasa en hacerlo, se profundizan los eventuales desequilibrios preexistentes o generados...

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