Lástima, Luján

Es difícil acostumbrarse a la majestuosidad de la Basílica de Luján, que deslumbra por su estilo neogótico y conmueve por su dinamismo y su vitalidad. Luján es multitudes de fieles; es, en su gran mayoría, gente sencilla llegada de todo el país; es una fe -dirían en España- morrocotuda, como la del señor de unos 70 años que atraviesa toda la nave principal de rodillas o la de la señora que deja al pie del altar un ramo de flores mientras fija sus ojos llorosos en la talla de la Virgen que preside el magnífico templo. Inaugurada en 1910 pero concluida en 1935, la basílica viene de ser restaurada, un largo proceso que llevó 10 años: de 2005 a 2015. Aunque luce muchísimo mejor, llaman la atención algunas deficiencias. La mayor: el sonido; al celebrante no se lo oye o se lo oye...

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